Finalidad de la arremetida occidental
Agredir a Rusia y sabotear los Acuerdos de Minsk sobre el conflicto en el Este de Ucrania. Sería lo que esconde esta nueva escalada de sanciones de Occidente hacia un país que no se somete a sus intereses. Con el aterrizaje de emergencia del vuelo de Ryanair, Occidente encontró campo fértil para arremeter con su agenda.
El incidente del vuelo de Ryanair que aterrizó en Bielorrusia –y derivó en la detención del periodista Román Protasévich por incitar a las revueltas y el vandalismo tras la victoria del presidente, Aleksandr Lukashenko, en las pasadas elecciones– está poniendo en cuestión la narrativa occidental sobre el insuceso, y tomando un vuelco inesperado… ¿o esperado?
Tras el fracaso de las revueltas del pasado año en Bielorrusia que buscaban un desenlace idéntico al que había tenido lugar en Ucrania seis años antes, es decir, un golpe de Estado y un posterior Gobierno títere de EEUU y Europa, Occidente rebusca en cualquier situación un pretexto para seguir presionando a Lukashenko, con el objetivo final de arrinconar a Rusia, tal como ocurrió con Ucrania. Sin ir más lejos, el propio Protasévich se jactó de haber sido protagonista de aquellas revueltas del Maidán en Kiev.
Incógnitas inquietantes
Entonces, Lukashenko se hace unas preguntas inquietantes: "¿Por qué el capitán decidió aterrizar en Minsk, cuando se quedaban unos 70 kilómetros hasta Vilna? ¿Por qué nadie quiso recibir el avión cuando informamos sobre los explosivos colocados: ni Vilna, adonde estaba volando, ni Varsovia, ni Leópolis ni tampoco Kiev. [...] ¿Tenían miedo de responsabilidad? ¿O alguien realmente necesitaba que aterrizara en Minsk?".
Esta última pregunta cobra sentido cuando el ministro de Exteriores francés, Jean-Yves Le Drian, declara que al no condenar la acción de Bielorrusia con respecto al avión de Ryanair, Moscú está apoyando a su vecino eslavo. Y más aún, cuando el primer presidente ucraniano Leonid Kravchuk [1991-1994] reitera la necesidad de buscar una sede alternativa a Minsk para las consultas a tres bandas sobre el conflicto en el este de Ucrania. Y es que Kiev hace tiempo quiere acabar con los acuerdos de Minsk y hacer otros nuevos a su medida, algo que Moscú y el resto de participantes, Francia y Alemania, rechazan, pero que ahora parece que da una nueva excusa precisamente a París y Berlín para ponerse del lado de Ucrania. Objetivo final: extender las fronteras de la OTAN.
"De hecho sería como ese proyecto de nuevo 'muro de Berlín', pero esta vez construyéndolo Occidente, lo más pegado a la frontera rusa. El caso de Bielorrusia en la geopolítica nos muestra que es el camino entre Rusia y la región de Kaliningrado, ese puerto tan importante de Rusia en el mar Báltico", reflexiona al respecto el analista internacional Enrique Refoyo.