Durante los recientes combates, los vídeos y fotos nocturnas de la actuación del sistema de defensa antimisiles Cúpula de Hierro tumbando proyectiles lanzados desde Gaza sobre Israel, tomaron protagonismo.
"El gran consuelo durante los ataques de la semana pasada, mientras estábamos en el refugio, era saber que la Cúpula de Hierro nos protegía, sin ella tal vez ahora estaría muerta", dijo a Sputnik Suzi Katz, vecina de la ciudad israelí de Sderot, limítrofe con Gaza.
La Cúpula de Hierro fue diseñada por Rafael Sistema de Defensa Avanzado, y es un sistema guiado por radar, móvil y que funciona en cualquier condición atmosférica contra proyectiles lanzados desde hasta 70 kilómetros.
Se ha comprobado que es efectivo interceptando cohetes entrantes y proyectiles de artillería, pero también puede ser disparado contra drones y otros vehículos volantes.
Cada sistema de la Cúpula de hierro tiene tres o cuatro unidades de lanzamiento organizadas en una batería que, dicen, puede proteger un área de unos 150 kilómetros cuadrados. Cada lanzadera tiene 20 misiles interceptores Tamir muy maniobrables, que pueden alcanzar una altura de 10 kilómetros.
Los misiles son operados por militares en un centro de control. En ese centro también se calcula el punto de impacto de los proyectiles detectados por el radar de la Cúpula de Hierro para determinar si son una amenaza o no.
El sistema utiliza sus datos para decidir si el proyectil debe ser interceptado por un Tamir, capacitado con un sensor de proximidad que detona un explosivo cuando está cercano al proyectil que es su objetivo, para destruirlo o desviarlo de su curso.
Antes de la Cúpula de Hierro
La Cúpula de Hierro fue concebida en los años 90, cuando la milicia chiita libanesa Hizbulá lanzó unos 4.000 cohetes desde El Líbano a centros poblados de Israel matando a 160 personas, entre soldados y civiles, al final de la guerra de 2006, que duró 34 días.
A esto se añadían amenazas similares de cohetes lanzados por Hamás y otros grupos palestinos, quienes usaron unos 8.000 misiles contra Israel entre el año 2000 y 2008.
Hasta el invento de la Cúpula de Hierro, Israel no tenía nada que hacer contra esos proyectiles una vez lanzados, y aquellos ataques fueron condenados por la comunidad internacional como actos de terrorismo una y otra vez.
La introducción del sistema de defensa, en 2011, cambió las cartas para Israel, especialmente para los residentes de las ciudades y comunidades dentro del rango más corto de los proyectiles.
En los últimos diez años, en las cuatro operaciones o guerras habidas, las de 2012, 2014, 2018 y 2021, el Ejército israelí estima que la Cúpula de Hierro ha tenido un éxito acumulado de entre el 85 y 95% interceptando cohetes.
Además de destruir proyectiles lanzados de forma simultánea en esta última confrontación, ha interceptado también un dron armado de Gaza e incluso un dron israelí por error.
Pero el problema persiste
El precio del sistema sale a relucir cada tanto en la prensa israelí para irritación de los críticos (cada misil interceptor Tamir cuesta unos 100.000 dólares y el desarrollo del sistema dicen que unos 210 millones de dólares), mientras que los misiles de Hamás, por poner un ejemplo, cuestan unos 500 dólares por unidad.
En una reciente encuesta de la socióloga israelí Dahlia Scheindlin, se señala, una vez más, que los israelíes priorizan la seguridad a la resolución del conflicto con los palestinos, que ocupa un quinto o sexto lugar en las preocupaciones de los israelíes, de modo que parece que separan el uno del otro y no los relacionan.
Sin embargo, el uno es fruto del otro. Y, como señala el periodista Yaakov Katz, el sistema de defensa Cúpula de Hierro permite a los israelíes "casi ignorar el hecho de que tienen un vecino al otro lado de la frontera con miles de cohetes apuntándoles, porque realmente no pueden dañarles", así, Katz señala que la Cúpula de Hierro permite no buscar soluciones más profundas al problema.