La aerolínea irlandesa Ryanair cubría la ruta de Atenas a Vilna con más de 120 pasajeros, entre ellos el activista opositor bielorruso Román Protasévich, y tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia en Minsk por un supuesto aviso de bomba que resultó falso.
La decisión del aterrizaje fue tomada por el piloto de Ryanair luego de hablar con el controlador aéreo del aeropuerto de Minsk, quien recomendó aterrizar por motivos de seguridad debido a que el servicio de seguridad de ese aeropuerto recibió un correo electrónico que advertía sobre la presencia de una bomba en el avión.
Las autoridades de Bielorrusia enviaron un caza MiG-29 para escoltar el aterrizaje de emergencia en Minsk, tras lo cual detuvieron al activista opositor.
El incidente aéreo causó una serie de críticas proveniente de los países de la Unión Europa que acusaron al Gobierno de Lukashenko de desviar el avión con el fin de detener al activista opositor y decidieron imponer restricciones aéreas contra Bielorrusia.
Surgieron al menos tres versiones sobre la historia del desvío del avión, en tanto Bielorrusia creó una comisión de investigación para demostrar que no se violó ninguna norma internacional e invitó a los interesados participar en ella para que se aclare el incidente.