De las tres variantes, la amarilla es la más peligrosa. Entre sus síntomas figuran la pérdida de peso, la falta de apetito, letargo y pus. Infecta a los órganos internos, como el corazón y los pulmones, y el primer caso ya ha sido detectado en la ciudad de Ghaziabad, en el estado de Uttar Pradesh. Pero el país ya lidiaba antes con las variantes negra (mucormicosis) y blanca. La incidencia de estas dos últimas se ha disparado desde que la epidemia de COVID-19 causa estragos entre la población.
El caso de la variante amarilla salió a la luz después de que una persona con COVID-19 fuera trasladada al hospital con hemorragia en la nariz y en los ojos, otro de los síntomas de este hongo. Mientras que el blanco ataca a los pulmones y el negro, al cerebro, el amarillo va a por todo.
Por suerte, no es contagioso. Tampoco la variante negra lo es. De hecho, están presentes en el medioambiente, y afectan a quienes tienen un sistema inmunitario debilitado.
El paciente está ahora siendo tratado con inyecciones de anfotericina B, el único tratamiento capaz de frenar la infección. Oommen John, doctor miembro del George Institute for Global Health de la India, recuerda que los hongos "no pueden crecer" dentro del cuerpo humano gracias a que nuestro cuerpo lucha contra el patógeno antes de que este acceda al interior. Pero los medicamentos para tratar el COVID-19 dejan a nuestro cuerpo desprovisto de sus mecanismos de defensa.
"Hay bacterias buenas presentes alrededor de nuestra boca y nariz para combatir la infección. Una gran ingesta de esteroides [como la dexametasona] acaba con las medidas naturales de protección y despeja el camino para que los hongos crezcan", resume a Sputnik.
En la India se han registrado al menos 9.000 casos de mucormicosis, y estados como Gujarat y Maharashtra son los que más infecciones registran.
El problema es especialmente preocupante en un país con uno de los mayores números de pacientes diabéticos y donde se utilizan esteroides a diestro y siniestro porque "los médicos solo intentan salvar vidas por cualquier medio" ante el número de casos galopante, explica Oommen.
"A veces, se recetan altas dosis de esteroides a pacientes prediabéticos sin comprobar su nivel de azúcar en sangre. Esto es campo de cultivo para el hongo. Como en la primera ola apenas se administraron esteroides, los casos de hongos no fueron tan graves", concluye.