Para algunos no ha habido más opción que quedarse, y para otros ha sido una elección.
"Los que nos hemos quedado hemos sido muy valientes, es adaptarse a todo, un día se va el agua, otro la luz, al siguiente no hay dinero en efectivo ni transporte público, otro día no consigues alimentos o medicamentos, y a todo eso hemos sobrevivido a cambio de no dejar nuestro país e irnos como ilegales", dijo a Sputnik Miriam Suárez, comerciante de repuestos de vehículos.
Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), más de 4 millones de personas se fueron del país en seis años principalmente para buscar mejoras económicas.
A matar tigres
"Irse es cambiar un problema por otro", dijo a esta agencia Mónica Cabanach, una comerciante de 35 años, quien pese a la hiperinflación asegura que ve una buena proyección a largo plazo de su negocio de alimentos veganos, que distribuye en bodegones, unas medianas y pequeñas tiendas que comenzaron a abrirse en 2019, y en las que se venden principalmente productos importados.
"Yo creo que se necesita mucha actitud positiva, porque así ves oportunidades, y aquí aún hay muchísimas oportunidades. Hay una gran parte de la población que no sé cómo hace para vivir, hay una pequeña parte que vive absurdamente en riqueza y otra, como yo, con días muy buenos y otros muy malos", explicó.
Estos bodegones se encuentran casi en cada esquina del país y se suman a nuevos emprendimientos de restaurantes, turismo, entre otros.
"La situación económica sigue siendo muy compleja, pero el dinero se mueve más que en otros países. No pienso ni quiero volver a irme", dijo Geraldine Regalado, una docente de 26 años, que retornó hace tres meses de Perú, donde aseguró fue víctima de xenofobia pese a que su madre nació en ese país.
Algo que también se ha hecho frecuente en Venezuela es tener múltiples trabajos informales o "matar tigres", como suelen decir en el país.
"Yo trabajo con un camioncito y hago transporte, y si sale cualquier tigrito con ventanas panorámicas de vidrio, o puertas de baño, también lo hago. Siempre digo que sobrevivo en Venezuela milagrosamente", señaló a esta agencia Luis de Alba, de 40 años.
Rutina inflacionaria
Cuando los venezolanos consultados por Sputnik se refieren a la capacidad de adaptarse a lo que han vivido en su país en los últimos seis años, recuerdan que todo comenzó con una conflictiva convivencia entre el bolívar y el dólar.
Desde 2003, el Gobierno controlaba todo el acceso de divisas al país y solo él tenía la autoridad para vender o comprar, pero a partir de 2015, con la caída del precio del crudo, el bloqueo y la caída de la producción, comenzaron a entrar menos divisas.
El bolívar, la moneda local, fue perdiendo respaldo, y comenzó a valer cada vez menos. En este tiempo, el Gobierno se ha visto en la necesidad de imprimir billetes de mayor denominación y sacar los de más baja de circulación.
"Esta situación de hiperinflación al principio nos alarmaba, porque un día era un precio y otro día otro. Y así nos fuimos acostumbrando, y adaptándonos, que es lo vital", contó.
Entre el bolívar y el dólar
En 2018, el Gobierno tuvo que realizar una reconversión que consistió en quitarle cinco ceros a la moneda, y la dinámica de emitir papeles de valor superior continuó ante la devaluación.
Para ese momento, es decir hace tres años atrás, ya el dólar tenía mayor circulación, pero fue a partir de 2019 cuando hubo un apagón general. En tres ocasiones el sistema colapsó y los bolívares en efectivo fueron insuficientes, por lo que el Gobierno empezó a aceptar como legal el uso del dólar en comercios.
Inicialmente era solo referencia, o el precio de los productos en dólares se decía casi a escondidas, como algo ilegal o del mercado negro, pero en los últimos meses los precios en las tiendas, supermercados y restaurantes, comenzaron a exhibirse en esa moneda extranjera con total libertad.
Ahora el problema, como lo explicó el ciudadano venezolano Luis de Alba en declaraciones a esta agencia, no es la devaluación del bolívar sino la del dólar.
"Antes los precios subían porque era, en bolívares y el dólar subía. Ahora están cobrando en dólares, por ejemplo, la venta de repuestos de vehículos. Uno va a comprar un carburador en 20 dólares, pero a una semana lo suben a 30 dólares", añadió de Alba.
El Banco Central de Venezuela indicó el martes que la inflación de abril fue de 24,6% y la acumulada de 183,8%.
Según el Fondo Monetario Internacional (FMI) la inflación del país se disparará en 5.500% para el cierre de 2021 y el Producto Interno Bruto (PIB) se contraerá en 10%.
Pese a esas perspectivas poco alentadoras, 25 millones de venezolanos siguen pensando que quedarse continúa siendo su mejor opción, con la esperanza de que suceda con los salarios, las pensiones y los créditos bancarios lo mismo que pasó con los precios de los productos, que se establezca un monto justo en dólares.