"Corrupción, corrupción y corrupción bajo su mandato", espetó el líder laborista, Keir Starmer, en el Parlamento de Westminster.
Dyson, que trasladó su empresa a Singapur hace un par de años, quiso asegurarse que sus empleados no tendrían que pagar impuestos si regresaban al Reino Unido para fabricar ventiladores clínicos durante la pandemia.
"Yo lo arreglaré", le respondió Johnson en una aparente infracción del código ministerial.
Pero en la sesión de control parlamentario, el primer ministro justificó su mediación en el asunto con la crisis de coronavirus.
"No me voy a disculpar en absoluto por remover cielo y tierra y hacer todo lo posible, como cualquier primer ministro lo haría en esas circunstancias, para asegurar que hubiera respiradores para la población de este país", rebatió en la Cámara de los Comunes.
La intervención de Johnson a favor del reputado inventor se añade a la lista de contratos oficiales opacos, favoritismo durante la pandemia y el más extendido escándalo de "puertas giratorias" en las administraciones conservadoras, que se están destapando en los últimos días.
"Hay una regla para los que tienen el número de teléfono del primer ministro y otra para todos los demás", reprochó Starmer.
El dirigente laborista comparó la facilidad con la que Dyson o el ex primer ministro David Cameron, entre los casos más recientes, pueden ejercer presión directa en el Gobierno, y la situación de trabajadores autónomos o empresarios sin conexiones con los conservadores.
La semana anterior salió a relucir que Johnson intervino, por presión del príncipe Mohammed bin Salman, en una frustrada operación del Fondo de inversión saudí para adquirir el club de fútbol inglés Newcastle United.