Una de las organizaciones que desde el principio se sumó a la iniciativa es la Asociación Mico-Leão-Dourado, que trabaja en el interior de Río de Janeiro recuperando el hábitat del tití leoncito, un pequeño simio de cabello anaranjado. Su portavoz, Luis Paulo Ferraz, explica a Sputnik que la idea fue fruto de la tristeza generada por la pandemia.
"Surge de la desesperación del año pasado. 2020 fue terrible desde el punto de vista de la salud pública, pero también muy difícil para quien trabaja con medio ambiente. Hubo grandes incendios, decisiones del gobierno contra la selva.. Teníamos la urgencia de querer hacer algo positivo", recuerda.
26 de marzo 2021, 11:37 GMT
Así que decidieron juntar estos dos asuntos "difíciles" y se marcaron un objetivo: plantar 200.000 árboles, tantos como víctimas fatales del COVID-19 había en ese momento.
Las primeras mudas empezaron a plantarse en diciembre del año pasado. Desgraciadamente, la cifra de fallecidos ya supera los 300.000, pero Ferraz remarca que lo importante es el "simbolismo", ya que será difícil acompañar la cifra creciente de muertos.
La reforestación, a cargo de ONGs y colectIvos que ya trabajan desde hace años con el tema, cuenta en muchos casos con la participación de los propios familiares de las víctimas del COVID-19, que convierten la plantación del árbol en un momento muy emocionante.
"La familia volverá dentro de un año a ver el árbol creciendo y el vínculo será muy bonito. Esa relación entre la vida de las personas que se fueron y los árboles es una cosa muy fuerte", apunta Ferraz.
Uno de esos familiares es Laércio Escudeiro Godoy, vecino de Presidente Epitácio, una pequeña ciudad en el interior del estado de Sao Paulo (sureste). El pasado mes de diciembre perdió a su esposa, Vani Morais Paixão, de 58 años. Todo empezó con unos síntomas de gripe, pero cuando entró en el hospital ya tenía el 80% de los pulmones comprometidos y no resistió.
Tras 29 años de una vida compartida, la muerte fue un duro golpe para Laércio, que ahora cuenta con apoyo psicológico y psiquiátrico para superar la pérdida. Asegura que participar en la plantación le ayudó a aliviar el proceso de luto. Desde la asociación Apoena le propusieron plantar un árbol para recordar a su esposa a las afueras de la ciudad, en una ladera de un parque urbano que se está reforestando.
"Fue una elección bastante simbólica. Plantamos una jacaranda, que es un árbol que le gustaba mucho a mi mujer, tiene una flor muy linda. Algunas coincidencias son muy gratificantes", dice, y remarca lo positivas que pueden ser ciertas liturgias: "Para los que nos quedamos viudos es importante, necesitamos el ritual del luto, toda esa despedida", señala.
8 de febrero 2021, 22:40 GMT
La jacaranda de Vani tiene una placa son su nombre. Como la de muchas otras víctimas de COVID-19. Otros árboles se plantan de forma más masiva. Los impulsores de la iniciativa subrayan el carácter ambiental del proyecto: no se trata de plantar árboles en el jardín de casa, sino de formar verdaderos bosques en zonas degradadas.
Para ello, se están escogiendo especies autóctonas de la "mata atlántica", un bioma que antaño cubría toda la costa de Brasil y del que ahora apenas queda el 12% de su territorio original.
Además de buscar transformar un momento de tristeza y devastación en esperanza, el proyecto "Bosques de Memoria" también marca el inicio en Brasil de la Década de la Restauración de Ecosistemas 2021-2030 declarada por la ONU.