"Bendito sea Dios, este logro es el resultado de la conexión entre quienes ponen la Torá [pentateuco] primero. Esperamos que los resultados den la mayoría al campo nacionalista religioso para que pueda formar gobierno", dijo el líder de la alianza de extrema derecha Sionismo Religioso, Bezalel Smotrich, este 23 de marzo por la noche, después de que se dieran a conocer los resultados preliminares de los comicios.
Éstos señalan que su partido podría alcanzar entre seis y siete escaños en la knéset (Parlamento israelí) cuando, días antes, parecía que ni siquiera iba a pasar el umbral electoral necesario como para obtener representación (en Israel es necesario que los partidos acumulen el 3,75% de votos para poder entrar en el Parlamento).
Pro Netanyahu y anti Netanyahu
En esta cuarta convocatoria electoral en menos de dos años, en la que Netanyahu lucha por su supervivencia política, encausado por corrupción en tres casos que él niega, y en la que, según los analistas, su cálculo político es que es mejor enfrentar la justicia desde la residencia del primer ministro que desde cualquier otro lugar, muchos consideran que Israel va a una elección tras otra por interés personal del mandatario más longevo en el cargo: Netanyahu.
"Hace mucho que Israel no vota ideológicamente, de eso se encargó Bibi", señaló a Sputnik la analista política Rajel Leghziel.
Tanto es así, que las elecciones se han dirimido divididas en dos bandos:
1.
el bando pro-Bibi (apelativo del primer ministro);2.
el bando anti-Bibi.Así, las encuestas y estadísticas indican exactamente eso, los escaños a favor de cada uno de los dos bloques enfrentados. Ambos están formados por una amalgama de partidos muy diversos, el bloque del continuismo y el bloque del cambio. Y todavía no se sabe con certeza qué configuración gubernamental podrá salir de estos comicios.
Cualquier Gobierno estará compuesto, como ha venido siendo desde hace décadas, por agrupaciones con intereses diversos. Por ahora, parece que Israel ha votado de nuevo a la derecha. Por eso Netanyahu comenzó a conversar con potenciales aliados el 23 de marzo por la noche.
El número tres del partido emergente Sionismo Religioso, Itamar Ben Gvir, es un conocido abogado que defiende a sospechosos de cometer actos de terrorismo contra palestinos, y se define como adalid de la supremacía judía desde su partido Otzmá Yehudit (Poder judío).
"Y si los resultados electorales finales son los que parecen, Ben Gvir podría, incluso, ser ministro en un posible gobierno de coalición bajo el mandato de Netanyahu", indicó la analista.
Los extremistas
El controvertido líder de Poder Judío propugna que el Estado judío se extienda a toda Cisjordania y anima la emigración de los ciudadanos árabe israelíes que no declaren su lealtad al país y acepten su estatus no igualitario al hacerlo. Además, representa a la organización Lehavá (que significa "llama" en hebreo), que lucha, en todos los sentidos, contra el matrimonio mixto entre judíos y no judíos.
21 de marzo 2021, 18:34 GMT
Pero él no es el único personaje preocupante para el Israel laico: también está Avi Maoz, el número seis de la lista del partido Sionismo Religioso.
Maoz fundó su partido Noam en 2019 con llamados a librar a Israel de lo que considera "influencias no judías y foráneas", léase a las personas del colectivo LGBTQ (lesbianas, gays, bisexuales, transexuales y queers), que han causado reacciones muy adversas en la sociedad israelí laica.
El partido está compuesto por seguidores del rabino Tzvi Tau, quien propugna que los israelíes laicos corrompen al país y critica muy especialmente a los homosexuales y a la aceptación social que este país les muestra.
Así, Israel amaneció revuelto, debates políticos ininterrumpidos en radios, televisiones y calles, y todo el que no está en el bando pro-Bibi, que por ahora parece ser por lo menos la mitad de los votantes, si no un poco más, espera en ascuas una resolución diferente a unas quintas elecciones y, de ser posible, no otro gobierno de derechas.