Y si bien la importancia de este logro ha sido destacado múltiples veces a nivel nacional e internacional, hoy las feministas chilenas hacen un llamado a no dormirse en los laureles, ya que la paridad no garantiza necesariamente que la próxima Constitución sea feminista. Ni que asegura la equidad de género.
El 11 de abril se realizará la elección de los 155 asambleístas que compondrán la Convención Constituyente y ya son cientos las candidatas que iniciaron sus campañas proponiendo medidas feministas para el documento, como garantizar derechos explícitos en materia reproductiva y sexual, establecer la autonomía de género, reconocer el trabajo doméstico, entre muchas otras.
Probablemente, ninguna de estas propuestas sería factible sin la fuerza que tomaron los movimientos feministas en el último tiempo. De hecho, en el Chile de hace cuatro años, un 61% de la población opinaba que "la vida familiar de un hogar se resiente si una mujer trabaja" y un 58% creía que "los niños sufren si no es la madre la que se queda en casa con ellos" (encuesta del Centro de Estudios Públicos de Chile 2017).
Fue en este contexto que las chilenas comenzaron a organizarse y a articular organizaciones que consiguieron la despenalización parcial del aborto en 2017, y que logró poner en agenda pública el tema de la educación no sexista el año 2018.
El 8 de marzo de 2019, el feminismo organizó la que hasta entonces fue la marcha más masiva desde los años 90. Y a través de constantes protestas, sentaron las bases —junto a otros actores como el movimiento contra el sistema privado del fondo de pensiones No+AFP y los estudiantes secundarios— de lo que fue la explosión de demandas ciudadanas canalizadas durante el estallido social del 18 de octubre de ese mismo año.
Sobre todo, destacó el alcance mundial que tuvo la performance del colectivo feminista LasTesis contra la violencia hacia las mujeres llamado Un violador en tu camino, que fue un himno constantes en las calles de todo el país durante las manifestaciones de 2019 y principios de 2020.
Propuestas
Antonia Orellana tiene 31 años, es madre de un hijo de 2 y es una de los 70 candidatos a constituyentes que competirán en el Distrito 10 de Santiago. Desde su militancia en el Frente Feminista del partido Convergencia Social (izquierda) y a través de su participación en la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, levantó una candidatura que recoge las principales demandas del movimiento feminista.
"La nueva Constitución debe reconocer el derecho a las mujeres y niñas a una vida libre de violencia, debe otorgar un reconocimiento a los trabajos no remunerados como los cuidados o el trabajo doméstico, y debe establecer el derecho a la libre determinación sobre nuestros cuerpos, incluyendo derechos sexuales y reproductivos que garanticen entre otras cosas, el derecho al aborto", señaló en conversación con Sputnik.
Asimismo, la activista subrayó la importancia de que la nueva carta magna consigne que Chile debe ser un país descentralizado, fomentando la distribución territorial del poder.
"Las mujeres de provincias tienen muchas menos oportunidades debido a que toda la administración política, pública y privada se concentra en Santiago", agregó.
Para Karina Nohales, abogada de 36 años y vocera de la Coordinadora Feminista 8 de Marzo, la principal piedra de tope para avanzar en el feminismo en Chile es el sistema económico neoliberal, impuesto a la fuerza en la actual Constitución redactada durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
"Este sistema precariza a la mujer. Impone un estado subsidiario nos deja en segundo lugar y fomenta un Chile patriarcal. En este modelo, donde no hay derecho a la vivienda, la mujer sin casa muchas veces debe vivir en el hogar de su abusador. En este sistema, una mujer sin autonomía económica queda expuesta a la violencia de quien la mantiene. Y esa violencia de hoy, puede ser un femicidio mañana", dijo esta agencia.
La portavoz de la Coordinadora 8M, Orellana y en general las candidatas feministas coinciden en que la nueva Constitución no debe decir explícitamente que Chile es un país feminista. "Si bien hay personas que sí lo creen, yo considero que el sólo hecho de decirlo no garantiza nada. Es mucho mejor establecer una norma que diga que el Estado tiene la obligación de tomar todas las medidas para eliminar la violencia hacia la mujer. Eso es mucho más interesante", agregó Nohales.
8M en pandemia
La enorme marea feminista que viene tiñendo de verde y morado el país durante los últimos 8 de marzo será algo distinta en esta oportunidad, debido a la pandemia del COVID-19 y las restricciones sanitarias.
Las organizaciones feministas hicieron llamados a organizar las marchas por territorios, por barrios y por comunas, priorizando siempre la salud los elementos sanitarios como el alcohol gel y la mascarilla y respetando la distancia social. "Un pañuelo verde extendido con ambas manos puede servirte para tomar distancia", consignó uno de los panfletos con llamados a marchar.
No obstante, la Coordinadora Feminista 8 de marzo de igual manera llamó a manifestarse en la Alameda (calle principal de Santiago) para continuar con la tradición de copar la avenida. Pero la convocatoria ya no es únicamente para comenzar a caminar desde Plaza Italia, donde siempre partían las marchas, sino que ahora iniciará desde varios puntos, como en el frontis de la Biblioteca Nacional o en los alrededores de la sede de Gobierno, el palacio de La Moneda.