Según Carrero, presidente de la Fundación S'Olivar y quien fue propuesto para el Premio Nobel de la Paz en 2000, el ataque se enmarca dentro de una cadena de asesinatos destinados a eliminar a "los testigos internacionales incómodos" del accionar de Occidente —a manos de sus criaturas en la región— para apropiarse de los "inestimables recursos de todo tipo" que hay en el Congo, que posee el "80% del coltán del mundo", entre otras riquezas.
Unas criaturas que muerden a su dueño, al mejor estilo de Frankenstein.