Adrián Jul cuenta una anécdota que ilustra, a su modo de ver, lo que significa estudiar en Colegios del Mundo Unido: "Teníamos una norma no escrita de que si alguien estaba trabajando de madrugada y daba una hora muy tarde, se preparaba unos noodles y se hacía un descanso conjunto. Era lo que llamábamos el ramen break".
Puede parecer una nota al margen. Algo íntimo poco extrapolable. Sin embargo, este madrileño de 31 años resume con esta escena cotidiana su paso, de 2006 a 2008, por uno de los 18 centros que tiene Colegios del Mundo Unido (UWC, en sus siglas inglesas), la institución donde va a estudiar la princesa Leonor de Borbón: "Engloba la filosofía, lo que llamábamos las 'tres eses': sleep, study, socialize (estudiar, dormir, socializar). El reto era conseguir las tres, aunque terminaba siendo complicado".
Jul pasó los dos años del programa en Montezuma, una comunidad de Nuevo México, en Estados Unidos. La ciudad más cercana era Las Vegas, pero no la de los casinos y las películas, sino la de este estado cuya capital es Santa Fe y la urbe más grande, Alburquerque. "Eso causó muchas confusiones para visitas. Y más entonces, que no había tantos buscadores como ahora", ríe. "Quería ir al de Hong Kong, que era lo que pegaba entonces, pero me daba igual. De hecho, fue todo por casualidad", apunta.
Esa casualidad se produjo poco antes. Adrián Jul estudiaba en un instituto público de Colmenar Viejo, el IES Rosa Chacel. Ahora, este centro de secundaria tiene un sistema innovador de Bachillerato Internacional. Entonces, no. Jul quería hacer ese tipo de estudio superior, pero en su localidad no podía. Encontró plaza en el Ramiro de Maeztu, conocido instituto del centro de Madrid. Allí estudiaba más inglés y se hacían voluntariados en causas sociales. Unas actividades atractivas para este púber que, además, le llevaron a conocer Colegios del Mundo Unido.
29 de enero 2021, 16:28 GMT
"Vi lo que era y me presenté", rememora. Ocurrió en 2006. Con una media de unos 400 aspirantes, UWC selecciona a unos 15 alumnos de España (en alguna ocasión rozaron los 20) para que desarrollen dos años en alguna de sus sedes. El recorrido hasta formar parte de esta red pasa por una convocatoria en alguno de los 159 comités nacionales con pruebas de conocimientos y aptitudes y luego una entrevista. El filtro reduce a un tercio los asistentes. Hasta entonces es totalmente anónimo.
Luego, se evalúan diferentes aspectos (como la motivación o el perfil) y se procede al último escalón. Este es el que más ha dado que hablar: el económico. Ahora, el método ha cambiado. Pero en la época de Adrián Jul, todo el mundo iba becado. Se conseguían fondos de instituciones privadas para que patrocinaran a los alumnos. A él solo le tocó costearse los vuelos y lo que quisiera llevar “de bolsillo” para sus gastos puntuales.
Adrián Jul con varios compañeros latinoamericanos en su centro de Estados Unidos
© Foto : Cortesía de Adrián Jul
"Cubría todo: alojamiento, comidas y el curso", explica. Cuando se supo que la infanta Leonor iría al Atlantic College de Gales y que pagaría los más de 35.000 euros por curso académico, la gente lo tachó de elitista. Se publicaron diferentes estimaciones del coste (hasta 76.500 por la estancia completa), se describió el lugar (el castillo de St Donats, del siglo XII), se enumeró a otras personalidades que habían estudiado allí (como el rey Guillermo de Holanda o la princesa Elisabeth de Bélgica) y se analizaron sus principios, catalogándolo de "Hogwarts jipi" por su parecido con el escenario de Harry Potter y las propuestas educativas. Incluso tuvo repercusiones para un trabajador de la televisión pública.
"Hablan de un internado de lujo, y eso que no han estado en ninguno", bromea Jul. Cierto que, como el de la futura reina de España, su inmueble era un castillo en medio del bosque. Y que podía haber gente de un alto nivel económico. Pero también tenía programas de acogida con ciudadanos de países en conflicto o asistencia social en la zona. "Puede que sea elitista por la selección que se hace, pero todo el mundo va becado. En mi caso, viví con un chico de Ohio (otro estado de Estados Unidos) y con uno de Haití. Y éramos de casi 90 nacionalidades", señala.
Para Jul, la dinámica es de "instituto normal". Las jornadas transcurren similares: desayuno en el comedor, clases, comida, actividades y deberes, cena... Aunque cambia la metodología. En los UWC se aboga por la "diversidad deliberada" y se asientan sobre siete principios básicos que recurren a la variedad, el "entendimiento intercultural", la "buena forma física y estilo de vida saludable", la interacción comunitaria como "esencia" o el reconocimiento de "talentos y habilidades únicos".
"Es una experiencia que te marca por completo. Pero no solo por lo que aprendes sino por lo que compartes y lo que te llevas. Al llegar, como hay unas afinidades comunes, congenias muy pronto con la gente. Y te haces muchos amigos que, aunque sigas en contacto, a lo mejor no vuelves a ver. Y justo te pilla a los 16, 17 o 18 años, en la adolescencia, y habiendo salido de tu país, que tienes miedo de ver qué vas a hacer", apunta.
Tanta huella le dejó que ahora es el presidente de antiguos alumnos: "Es algo bastante habitual, que cuando acabas allí buscas a la gente de España que estudió en UWC y te juntas", esgrime. Su recorrido hasta este cargo aún tiene varios meandros. En realidad, Jul terminó el bachillerato en 2008 pero se quedó en Estados Unidos. Hizo cuatro años universitarios de Ciencias Políticas en Connecticut y luego volvió. "Quería presentarme a la carrera diplomática pero tuve problemas con la convalidación del título", cuenta.
Imagen del centro de UWC en Montezuma, Estado Unidos, donde fue Adrián Jul
© Foto : Cortesía de Adrián Jul
Dejó de lado esa formación para saltar a la programación de software, en lo que trabaja desde hace tiempo. En 2019, no obstante, recuperó esa formación e inquietud juvenil. Se involucró en Más Madrid, el partido político de esta comunidad española que había estado al cargo del Ayuntamiento con Manuela Carmena. Compaginando esas tres facetas de antiguo alumno, empleado y político, también forma parte del comité de selección del centro y atiende algunos cursos de orientación para quien entra.
"Ha cambiado mucho con las redes sociales. Yo me hice Facebook allí y no teníamos móvil, así que era todo mucho más intenso. Ahora, de hecho, les aconsejamos que desconecten un poco, que no se pasen el día pendientes de lo que hacen sus amigos aquí. Y que no estén en ese umbral de no disfrutar ni lo de allí ni lo de aquí", indica.
También repercute esa conexión perpetua en que el caso de la princesa Leonor haya tenido ahora más eco. Y en que los futuros compañeros sepan quién es y él estuviera en su día más al margen de la posición de los suyos. "En realidad da igual quién vaya, porque allí cada uno está a lo mismo. Hay mucho trabajo y aunque tengan un estatus concreto, la mayoría va con beca", insiste.
Jul, en cualquier caso, entiende las reacciones. Y las ve como positivas, aunque cataloga la institución de "tímida". "A lo mejor influye para que haya mayor interés por estas becas y porque cada vez más empresas lo apoyen. Hay que luchar contra ciertos prejuicios, porque puede suponer que se formen más agentes de futuro y de cambio", reflexiona.
Berta Fraguas, directora de la Fundación Colegios del Mundo Unido en Madrid, coincide en el veredicto. "La noticia nos ha caído igual que con el resto de aspirantes. En UWC somos profesionales y lo que valoramos es si alguien va a disfrutar la experiencia o no. Si la va a aprovechar. Si está motivado", anota, aclarando que ni les beneficia ni les perjudica que entre sus expedientes se cuele un Borbón.
"España tiene un número muy grande de solicitudes y nuestro procedimiento siempre es igual, sin saber quién va a entrar", repite. Fraguas detalla algunas de las fases para la selección. "Pedimos nacionalidad española u ocho años de estancia, un buen expediente académico (pero sin notas concretas de corte, porque entendemos que es un valor que depende de muchas circunstancias) y la voluntad de vivir esta experiencia", enumera.
Todo es anónimo. Hasta la entrevista personal no se enteran de quién es. "Solo en ese momento, cuando ya se sabe que tienen plaza, podemos acceder a los nombres reales. Por lo tanto el proceso es 100% anónimo", recalca Fraguas. Y el cambio con respecto a los años de Jul es que ahora, se examina cuánto pueden pagar los seleccionados. "Este año van 15, y solo dos han pagado. Ahora vemos cómo distribuir las becas, si son al 100% o con otro porcentaje más bajo y quien lo puede pagar entero, como en el caso de la infanta", esgrime la directora. Al final, lo que se enfatiza es la oportunidad de gozar de esta pedagogía experimental.
"UWC comenzó después de la segunda Guerra Mundial y no tiene un sistema concreto. No se puede decir que es Montessori o Waldorf. Si acaso, nos acercamos a la Institución Libre de Enseñanza. Pero lo fundamental es su objetivo de ayudar a alcanzar un potencial intelectual, emocional o físico", cuenta, aludiendo a cómo en 1962 salió en la revista Time como algo revolucionario. "¡Hablaban de que los alumnos estaban en círculo, juntos, al nivel del profesor!", recuerda a modo de anécdota. Aún no había noodles, pero ya se estilaba lo del estudio, dormir y socializar.