A mediados de los años 1990, Chipre compró a Rusia sistemas antiaéreos S-300, pero debido a la furiosa reacción de Turquía decidió desplegarlos en la isla griega de Creta por acuerdo con Atenas. Posteriormente los S-300 quedaron en propiedad de Grecia.
"Ese armamento [S-300] lo tiene la OTAN en sus arsenales y en las próximas conversaciones propondremos usarlo según el modelo de Creta... Así encontraremos junto con Estados Unidos la solución al problema", dijo el ministro turco, citado por el canal de televisión Haberturk.
Akar comentó que en los arsenales de muchos países que habían participado en el Pacto de Varsovia y después ingresaron en la OTAN, aún se puede encontrar armamento de la época soviética.
Turquía selló un contrato con Rusia en diciembre de 2017 para adquirir varios sistemas S-400, los suministros comenzaron en julio de 2019.
EEUU exigía que Turquía renunciara a ese plan y a cambio adquiriera los sistemas estadounidenses Patriot y amenazó con demorar o suprimir la venta de novísimos cazas F-35 a la parte turca, así como imponerle sanciones de acuerdo con la ley estadounidense CAATSA (para contrarrestar a adversarios de EEUU a través de sanciones).
Pero Ankara se negó a hacer concesiones y siguió sosteniendo negociaciones con Rusia sobre la adquisición de un lote adicional de los S-400.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, al comentar la amenaza estadounidense de imponer sanciones adicionales a Turquía, dijo que Washington volvió a mostrar su incapacidad de competir honestamente en el mercado.