Las personas con intolerancia a la lactosa pueden sustituir la leche con el queso, que también contiene una variedad de elementos útiles, pero sustancialmente menor cantidad de lactosa.
"Si se hace queso a partir de la leche, el contenido de lactosa disminuirá drásticamente, pero hay que ver qué tipo de queso. Hay quesos duros, quesos blandos y productos de queso," explicó.
Además destacó que una persona puede seguir consumiendo este producto si no tiene efectos secundarios desagradables.
No obstante, es necesario controlar su ingesta ya que contiene mucha más grasa saturada que la leche, lo que puede tener un impacto negativo en el sistema cardiovascular.
"El queso tiene de tres a cinco veces más calorías que la leche. Además contiene 5 o 6 veces más la proteína por 100 gramos de producto. El queso es una buena fuente de proteínas, pero junto con este puede tener 10 veces más grasa, grasa saturada", señaló Bobrovski.
Los médicos relacionan las grasas saturadas con las enfermedades cardiovasculares.
Para no ganar peso extra a causa del queso, el médico aconseja elegir variedades de queso bajas en calorías o quesos duros, que le saturan rápidamente. También advirtió que, debido al rico sabor del queso, algunas personas no pueden parar a tiempo y a menudo abusan de este producto, y a veces incluso se vuelven adictas a él.
"Muchos pacientes se quejan de la adicción al queso, es algo común: una persona ve con buenos ojos la leche, pero desarrolla una relación muy estrecha con el queso", explicó Bobrovski.