El nuevo presidente promete reforzar las organizaciones internacionales, consultar con los aliados y forjar una alianza de democracias para contrarrestar las potencias como China. Sin embargo, los avances de Biden hacia los europeos no han sido correspondidos hasta ahora.
"La voluntad de caer en los brazos abiertos de los estadounidenses y formar parte de una alianza antichina liderada por Estados Unidos no es especialmente grande, ya sea en Bruselas, Berlín o París. El acuerdo de inversión es una clara señal de que la UE quiere trazar su propio rumbo en la política de China", destaca el periódico.
Un estudio inédito de Prognos AG —una empresa de análisis y consultoría con sede en Basilea— arroja luz al respecto. Los autores hablan de un "cambio a largo plazo en el equilibrio del poder económico". En las próximas dos décadas, "ninguna región del mundo mostrará tanto crecimiento económico como Asia Oriental y el Pacífico". Como resultado, en 2040, la región alcanzará un rendimiento económico mayor que el de Norteamérica, Europa Occidental y Central juntos, y China sigue siendo el principal impulsor de este proceso.
Estados Unidos ha cambiado su posición hacia China y lo ve ahora no principalmente como un mercado, sino como un competidor político. El dominio económico de Occidente va a disminuir en los próximos 20 años, lo que puede ir acompañado de una mayor desglobalización y las economías individuales pueden sufrir pérdidas significativas en el proceso, explica la publicación.
"En el contexto de rivalidad entre Estados Unidos y China, la UE debe defender el libre comercio y oponerse al proteccionismo", advierte Bertram Brossard, director general de la Asociación para la Economía Bávara, quien encargó el estudio.
Desde la perspectiva de la Administración Biden, el concepto de la desvinculación de las economías de Europa y EEUU es demasiado radical, asegura Handelsblatt. "No creo que separar las economías de China, Estados Unidos, Europa, Japón y la India sea una perspectiva realista. Es casi imposible desenredar estos lazos", aclaró el asesor de Biden Nicholas Burns al diario.
No obstante, casi nadie en Washington piensa que la profundización de los lazos económicos con China, que hace posible un acuerdo de inversión, sea una buena idea, continúa el periódico. En principio, Biden y su equipo comparten la opinión de la anterior Administración de que el modelo social autoritario de China supone una amenaza para la democracia liberal.
A diferencia de Trump, Joe Biden no pretende poner su país primero, sino que quiere construir un "frente unido de amigos y socios contra el comportamiento abusivo de China".
El representante del Partido Socialdemócrata de Alemania responsable por la política exterior en el Bundestag, Nils Schmid, cree que la UE no debe ignorar el contexto geopolítico a la hora de configurar su política comercial. En una declaración a Handelsblatt, Schmid subraya que el acuerdo no es un "gran pecado" y no interfiere con la estrecha cooperación con los estadounidenses. Con todo eso, "hay que estudiar el tratado con mucho cuidado" para no estropear las relaciones entre Bruselas y Washington que tienen prioridad.
Para evitar la excesiva dependencia del mercado chino, el socialdemócrata no aboga por el aislamiento, sino por la cooperación con los vecinos de China. "Necesitamos acuerdos también con otros países de la región", declaró a Handelsblatt.