Su irrupción en el tablero electoral catalán a finales de diciembre tomó por sorpresa a la mayoría de ciudadanos, que durante meses se habían acostumbrado a ver al ministro en las periódicas ruedas de prensa para informar sobre la crisis del COVID-19.
Salvador Illa se fue a Madrid para cumplir la cuota del nuevo Gobierno de Pedro Sánchez, que necesitaba a un ministro catalán en sus filas, y volverá a su tierra natal convertido en una de las figuras más mediáticas del país.
7 de diciembre 2020, 04:30 GMT
"Voy con una propuesta que creo que tiene un apoyo mayoritario en la sociedad catalana y aspiro a formar un Gobierno que implemente esta agenda. (...) Con quien tiene un proyecto de división, como es la independencia de Cataluña, no voy a formar Gobierno", afirmó en una entrevista con el diario El País tras el anuncio de su candidatura.
Ni independencia, ni conflicto con el resto de España: el dirigente del Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC) aspira a convertirse en un presidente para el "reencuentro" con voluntad de dejar atrás las tensiones territoriales.
La opinión pública no tardó en bautizar como "efecto Illa" a las posibles consecuencias de su entrada en la carrera hacia las elecciones del 14 de febrero, un factor inesperado que amenaza con apartar a los partidos independentistas de su liderazgo.
Beneficiado en tiempos de crisis
No hay duda que el ministro de Sanidad español salió reforzado de la debacle del coronavirus que costó el puesto a autoridades y cargos políticos de todo el mundo.
En un sondeo publicado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) el pasado octubre, la valoración de los ciudadanos a Illa había subido medio punto tras seis meses de pandemia y era la segunda más elevada entre los ministros.
A principios de marzo de 2020, cuando el Gobierno de coalición de Sánchez cumplía apenas un mes de vida y el coronavirus todavía no había impactado en España, el político catalán era un desconocido para el 62% de los españoles.
La última encuesta del CIS publicada este 21 de enero le sitúa como el dirigente mejor valorado en Cataluña y el único en aprobar con más de cinco puntos, frente al resto de rivales políticos.
El sondeo arroja además los primeros datos preelectorales de cara al 14 de febrero, que catapultan al PSC a la victoria con cerca del 24% de los votos.
Este escenario desbanca a la formación que hasta ahora era favorita en las encuestas, los independentistas de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), a los que la encuesta adjudica un 20,6% de apoyo.
Sumado a la otra gran fuerza independentista, Junts per Catalunya, el bloque que actualmente integra el Gobierno de Cataluña no superaría el 35% de intención de voto.
Aunque los cálculos son prematuros y podrían variar a medida que se acerca la cita electoral, "sí que es cierto que [los estudios del CIS] aciertan siempre las tendencias", explica a Sputnik Agustí de Uribe-Salazar, presidente y fundador de la Asociación Catalana de Comunicación, Investigación y Estrategia Políticas (ACCIEP).
Los datos indican que alrededor del 40% de los entrevistados no saben todavía a qué partido votarán, por lo que el desplome de los independentistas podría ser menos grave de lo esperado.
No obstante, De Uribe-Salazar recuerda que la mayoría de estos indecisos son personas "hartas" del clima de crispación en los gobiernos y la desacertada gestión política.
"En general, Illa tiene una buena imagen en todo el Estado porque ha sido una persona que no se ha salido del guion, ecuánime, equilibrada y seria, y eso a la gente le gusta", dice sobre el candidato sorpresa del PSC.
Peligra el matrimonio independentista
Pese a la incertidumbre que arrojan las encuestas a tres semanas de los comicios y en mitad de una pandemia, los pronósticos abren la puerta a un escenario de acuerdo postelectoral entre los socialistas de Illa y la ERC encabezada por el actual vicepresidente catalán, Pere Aragonès.
En la mejor de las proyecciones, las dos fuerzas podrían sumar la mayoría parlamentaria necesaria para un Gobierno de coalición de izquierdas, rompiendo con la hegemonía de los independentistas de las últimas legislaturas.
"Es una posibilidad que no veo ni lejos ni imposible, de hecho perfectamente posible porque las coaliciones se hacen pensando siempre en el valor que dan las urnas", afirma De Uribe-Salazar.
El PSC y Esquerra ya integraron dos gobiernos tripartitos sucesivos entre 2003 y 2010 junto al partido ecologista Iniciativa per Catalunya.
El experto en comunicación política considera que actualmente se dan "las mismas posibilidades de que ERC y PSC encuentren acuerdos", pese a la defensa férrea de la independencia por parte de los republicanos.
Pero no es un pacto fácil de entrada, y a pocas semanas de las urnas los dirigentes de ambos partidos siguen aireando discrepancias y descartando cualquier tipo de alianza.
Preguntado por esta posibilidad en la entrevista de Illa manifestó: "Si puedo formar Gobierno, no será independentista. Quien me apoye lo tendrá muy claro".
"No hay ninguna posibilidad de compartir Ejecutivo", contestó Aragonès a la misma pregunta, en declaraciones a la cadena Ser de radio.
De momento sigue en el aire la fecha del 14 de febrero, después de que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña tumbara un aplazamiento al 30 de mayo decretado por el Gobierno catalán.
Se trata de una resolución provisional hasta que los jueces resuelvan los recursos contra el cambio de fecha, y hasta que dicten sentencia antes del 8 de febrero cabe la posibilidad de un cambio de calendario.
Los independentistas acusaron al PSC, el único partido que quería mantener las votaciones en febrero, de haber presionado las demandas contra el aplazamiento en los tribunales.
El líder de ERC en el Congreso español, Gabriel Rufián, llegó a decir que los socialistas temen que el impacto de la candidatura del ministro "caducará como un yogur" si los comicios se posponen al mes de mayo.
La polémica está asegurada durante la campaña electoral que arrancará el próximo 29 de enero, en plena incertidumbre jurídica y con Illa oficialmente apartado de la pandemia, volcado en su nuevo objetivo de alcanzar la presidencia de Cataluña.