Tres veces al año, lo que se cree que es la sangre solidificada del santo mártir se expone en la catedral de Nápoles, en el sur de Italia. En estas ocasiones, los fieles rezan al santo y la sangre en el interior del frasco se vuelve líquida. Hecho que, según la tradición, se produce desde hace cuatro siglos, se conoce como el "milagro de San Jenaro".
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La licuefacción suele ocurrir cada vez que la sangre del santo se saca para su veneración pública, es decir, el sábado que precede al primer domingo de mayo, el 19 de septiembre y el 16 de diciembre. Este año, la sangre se mantuvo sólida en esta última ocasión.
El pasado 16 de diciembre, pese a las horas de oración por la mañana y a una misa especial por la tarde, la sangre de San Jenaro se mantuvo en su estado sólido.
En Nápoles, los devotos del santo consideran que la no licuefacción es una señal de que cosas malas están por venir, como ha pasado en ocasiones anteriores. La sangre del mártir no se licuó en septiembre de 1939 cuando empezó la Segunda Guerra Mundial. También en 1980 no lo hizo y poco después el devastador terremoto de Irpinia sacudió la región napolitana, dejando a miles de muertos.
Hay también aquellos que creen que, en realidad, el mal augurio ya se cumplió con la pandemia del coronavirus, que ha dejado a numerosos muertos alrededor del globo y también con la muerte del futbolista Diego Maradona, quien se consideraba una especie de deidad en la ciudad italiana, donde vivió y jugó por varios años.