"Desde el punto de vista militar, por supuesto, sería mejor si hubiera más pacificadores. Pero el asunto también tiene una dimensión política. Es decir, incluso si al menos un pacificador ruso está presente aquí, ya será una señal de que Rusia está presente. Por tanto, una violación del alto el fuego ya tendrá consecuencias políticas", dijo Babayán.
El componente político de la presencia de los pacificadores rusos no es menos importante ya que cualquier violación del alto el fuego en Nagorno Karabaj será al mismo tiempo un desafío a Rusia, recalcó.
"Esto significará que la marcha de los acontecimientos es completamente diferente. Esto es muy similar a la situación con la base militar rusa en Armenia. Esta base, en caso de una agresión a gran escala de Turquía, no podrá protegernos. Sin embargo, su presencia simbólica ya hace imposible una agresión por parte de Turquía, por lo menos ahora", indicó.
Las hostilidades en Nagorno Karabaj, que volvieron a estallar a fines de septiembre pasado, cesaron el 10 de noviembre gracias a un armisticio acordado por los líderes de Armenia, Azerbaiyán y Rusia.
Por acuerdo entre las partes, Rusia envió sus fuerzas de paz a la zona del conflicto. El despliegue de este contingente, de unos 2.000 efectivos, se lleva a cabo paralelamente a la retirada gradual de fuerzas armenias de los distritos de Agdam, Kelbecer (Kalbajar) y Lachín, ocupados durante la guerra de 1992-1994.
Los bandos del conflicto deben permanecer en sus posiciones actuales y efectuar el canje de prisioneros de guerra, otros detenidos y los cuerpos de los caídos.