Tanto la geopolítica como la pandemia del COVID-19 han tenido un grave impacto en el comercio y las cadenas de suministro mundiales, obligando al país asiático a acelerar la transformación de su modelo de desarrollo.
Las autoridades chinas llevan mucho tiempo pensando en la necesidad de desarrollar sus propias competencias tecnológicas y ascender en la cadena mundial de producción de valores. Ya en el plan de mediano y largo plazo para el desarrollo de la ciencia y la tecnología, publicado en el 2006, se declaró que las innovaciones propias deberían ser el principal objetivo y dirección del desarrollo de la ciencia y la tecnología en los próximos 15 años.
Más tarde, China desarrolló otros programas, entre ellos Hecho en China 2025, que implicaban un enfoque más amplio de la renovación de toda la base industrial existente y el desarrollo de industrias innovadoras. Sin embargo, el objetivo principal de todos estos programas era fortalecer el potencial científico y tecnológico de China, mejorar la calidad y el valor añadido de sus productos y hacer que China fuera tecnológicamente independiente de otros países.
En el momento de la creación de estos programas de desarrollo, las relaciones de China con los países occidentales eran bastante estables. Inicialmente, el deseo de Pekín de desarrollar sus propias innovaciones no estaba motivado por la política, solo por la economía. El salto tecnológico de China era necesario para apoyar el crecimiento económico y, por otra parte, para mejorar aún más el nivel de vida de su población.
No obstante, Estados Unidos y varios otros países occidentales se han preocupado por el deseo de China de ascender en la cadena mundial de producción de valores. EEUU ha ejercido presión exactamente sobre posiciones donde China no tiene ninguna ventaja o incluso se queda atrás, como chips, microcircuitos, sistemas operativos, etc. Liu Xingliang, experto en tecnología de internet y columnista chino, explicó a Sputnik que estas son las industrias en las que hace falta desarrollar competencias propias en primer lugar.
"Necesitamos acelerar el desarrollo de la investigación básica. Estamos muy avanzados en la ciencia aplicada, pero queda mucho por hacer en la investigación básica. Esto se aplica tanto a los chips como a los sistemas operativos. El problema principal es que tenemos poca competencia en estos campos", destacó el experto.
"Por lo tanto, debemos abordar el desarrollo de China a través del prisma de estas industrias en el futuro", opina Liu.
El experto agrega que, en términos de desarrollo a largo plazo, es una buena idea lograr la independencia tecnológica, especialmente en las industrias clave, pero él mismo cree que una separación completa entre Pekín y Washington es imposible; es sólo un proceso temporal.
"Después de todo, la cooperación internacional es una tendencia a largo plazo, y solo con su ayuda se puede promover un rápido progreso tecnológico. Además, no cooperar con China también perjudicará el desarrollo de Estados Unidos: es como perder 800 de sus propios soldados para destruir a 1.000 soldados enemigos", expresa Liu.
Pekín entiende que la cooperación internacional y la globalización son la base del progreso tecnológico moderno que beneficia tanto a China, que está aprendiendo las soluciones tecnológicas más avanzadas, como a Estados Unidos, que atrae a las mejores mentes de todo el mundo. Por lo tanto, hasta ahora China se ha limitado a responder a la presión de las sanciones occidentales imponiendo medidas de represalia solo si las acciones de EEUU afectan a los intereses fundamentales de China.
No obstante, China seguirá desarrollando su propia capacidad tecnológica independientemente de cómo se desarrollen sus relaciones políticas con otros países. El progreso tecnológico será un nuevo motor de crecimiento, como lo fueron en su día la mano de obra barata y las exportaciones. Según el nuevo plan de desarrollo, que establece objetivos no solo para los próximos cinco años sino también a más largo plazo, para 2035 China debería convertirse en un país líder en innovación tecnológica y, en términos de PIB per cápita, debería alcanzar el nivel de los países con un desarrollo medio.