"La Fuerza de Defensa Nacional de Etiopía es disciplinada y profesional y posee una larga experiencia de misiones de paz en varios países, por lo tanto, logrará terminar la operación en términos muy breves sin extender el conflicto al inestable Cuerno de África", aseveró la Embajada etíope.
Según destacó, "es imposible que Eritrea y Sudán u otros países puedan intervenir en operaciones de mantenimiento del orden público llevadas a cabo por un país soberano".
"La operación en curso no es una guerra civil, ni tampoco una guerra con los pueblos de Tigray, es una operación para proteger la ley y el derecho en la región, llevar a los fugitivos ante la justicia y acabar con una situación en la cual el Estado de Tigray se convirtió en un refugio para personas buscadas por los crímenes más atroces", subrayó la Embajada etíope a Sputnik.
En cuanto a los refugiados, que huyeron a Sudán de la zona de conflicto, las autoridades etíopes aseguran que toman "todas las medidas necesarias para (…) prestar la asistencia a las personas que se hayan visto afectadas por la operación en curso en Tigray".
Adís Abeba califica esa votación de ilegítima, alegando que los comicios en el resto de Etiopía fueron aplazados por la pandemia del coronavirus.
El 13 de noviembre el primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, anunció el nombramiento de Mulu Nega como jefe ejecutivo de la región de Tigray.
El líder del Frente de Liberación Popular de Tigray (FLPT), Debretsion Gebremichael, confirmó el domingo a Reuters que sus fuerzas habían disparado la víspera varios cohetes contra el aeropuerto de la capital de Eritrea, Asmara, lo que podría conducir a la internacionalización del conflicto.
El dirigente rebelde acusó a Eritrea de enviar tanques y miles de tropas a Tigray en apoyo de una ofensiva lanzada por el gobierno etíope.