Descubierto en 2018, el exoplaneta K2-141b está ubicado a unos 200 años luz de la Tierra. Según los astrónomos, su nuevo estudio, publicado en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, podría arrojar una nueva luz sobre la evolución de nuestro planeta.
La atmósfera vaporizada imita a la de la Tierra, solo que tiene rocas en lugar de agua. El mundo ardiente tiene una superficie, un océano y una atmósfera compuestos de rocas.
La parte expuesta todo el tiempo a la luz de la estrella tiene una temperatura de unos 3000 grados centígrados. Está cubierta de un océano de magma de más de cien kilómetros de profundidad.
Los vapores de sodio (Na), monóxido de silicio (SiO) y dióxido de silicio (SiO2) se elevan de este mar ardiente y forman la increíble atmósfera del K2-141b.
Mientras tanto, en la otra parte la temperatura es de unos 200 grados Celsius bajo cero.
Una diferencia tan pronunciada hace que los gases calientes pasen de la parte diurna a la nocturna a una velocidad de más de 5.000 kilómetros por hora.
En las regiones frías del planeta, los pares de óxidos de silicio —de hecho, piedra vaporizada— se condensan y caen en forma de lluvia. Después, la piedra fundida fluye lentamente de vuelta al océano de magma.
Según los cálculos de los científicos, no se produce un ciclo cerrado: se evapora más sodio del océano del que regresa. Por lo tanto, este metal se acumula gradualmente en el lado frío del K2-141b.