"Quiero reiterar que de momento no se examina el uso de esta reserva. El presidente [ruso Vladímir Putin] también ha subrayado que se trataría solo de una situación extrema, en que elementos extremistas comenzaran una desestabilización directa. Pero ahora vemos que la situación está bajo control", dijo en una rueda de prensa.
Peskov afirmó que en la actualidad en Bielorrusia "continúan algunas movilizaciones".
"Pero constatamos que en este caso las fuerzas del orden y las autoridades de la república y controlan bastante bien la situación y no dan cabida a provocación alguna que potencialmente pueda ocurrir en una concentración grande de personas", indicó.
El 27 de agosto, el presidente ruso comunicó haber formado a petición de su homólogo bielorruso, Alexandr Lukashenko, una reserva de agentes de seguridad para ayudar a Bielorrusia en caso necesario. Precisó que no ve necesario por ahora enviar fuerzas rusas a Bielorrusia.
Putin agregó que atendió la petición de Lukashenko en el marco de los compromisos en materia de seguridad que Rusia tiene ante Bielorrusia, y aseveró que esas fuerzas no se utilizarán a menos que "elementos extremistas en ese país (...) cometan delitos, prendan fuego a vehículos e intenten ocupar edificios administrativos".
Este 31 de agosto la excandidata a la presidencia y una de las líderes de la oposición de Bielorrusia Svetlana Tijanóvskaya expresó su preocupación por esas declaraciones de Putin, al subrayar que un posible envío de fuerzas rusas a Bielorrusia sería "una grave violación de la soberanía" de la república y "tendría serias consecuencias para las relaciones de Bielorrusia y Rusia".
Bielorrusia es escenario de protestas desde el 9 de agosto por los resultados de las elecciones presidenciales que revalidaron un nuevo período del actual mandatario Lukashenko.
En los primeros días que siguieron a la votación, los agentes de seguridad dispersaron con gas lacrimógeno, balas de goma, cañones de agua, granadas aturdidoras e incluso fusiles con acción de bombeo a los manifestantes que protestaban por un supuesto fraude electoral. Miles de personas fueron detenidas, centenares resultaron heridas y al menos tres fallecieron.
Las escenas de violencia cesaron en los días siguientes, pero las protestas continuaron y trascendieron de la calle a algunas cadenas de televisión públicas y compañías industriales, que se declararon en huelga.
La oposición bielorrusa denunció numerosas irregularidades electorales y por ello exige una repetición de los comicios, opción que Lukashenko ha descartado en términos contundentes.