"El acceso de visitantes en Ayia Sofía —salvo el tiempo de la azalá— no es un obstáculo desde el punto de vista de la religión", dice el comunicado del organismo.
Agrega que los mosaicos y frescos cristianos que se encuentran en el edificio "no obstaculizan la azalá", pero deben estar cubiertos durante la oración.
Reacción del Kremlin
Por su parte, Dmitri Peskov, el portavoz del Kremlin, declaró que Moscú expresa satisfacción porque Santa Sofía seguirá abierta a los turistas.
"Hemos oído las declaraciones de nuestros colegas turcos y del presidente de Turquía, de que (...) el acceso allí permanecerá abierto, y es satisfactorio", declaró Peskov a la prensa al comentar la reciente conversación telefónica entre los presidentes de Rusia y Turquía.
El portavoz señaló que la respuesta pública a la decisión de Turquía de reconvertir la catedral-museo de Santa Sofía en una mezquita ha sido muy grande entre los ortodoxos debido al profundo significado sagrado de Santa Sofía para todos los cristianos.
Peskov subrayó también que la situación en torno a la catedral es un asunto interno de Turquía.
"Es un asunto interno de Turquía, no podemos ni tenemos la intención de intervenir", agregó.
La decisión de reconvertir Santa Sofía en una mezquita provocó fuertes críticas de numerosos países y organismos internacionales.
La basílica de Santa Sofía fue fundada por el emperador cristiano Justiniano y se inauguró el 27 de diciembre de 537.
Durante más de 1.000 años fue el templo más grande de la Cristiandad, pero, después de la toma de Constantinopla por los otomanos y la caída del Imperio bizantino en 1453, la basílica se convirtió en una mezquita.
En 1934, el fundador del Estado turco moderno, Kemal Ataturk, firmó un decreto para convertir el edificio en un museo, que se inauguró al año siguiente. En 1985, el templo fue incluido en la Lista del Patrimonio Mundial de la Unesco.