Cuando dos agujeros negros giran en espiral uno alrededor del otro y finalmente se fusionan, emiten ondas al espacio-tiempo llamadas ondas gravitacionales. Sin embargo, este proceso no emite luz, por lo que hasta hace poco estas fusiones eran especialmente difíciles de identificar. Ahora, por primera vez los astrónomos han observado una que produce luz.
Su fusión fue captada por el Observatorio de Ondas Gravitatorias LIGO y el detector europeo Virgo el 21 de mayo de 2019 en un evento llamado S190521g. A medida que los agujeros negros se fusionaban sacudiendo el espacio y el tiempo, enviaban ondas gravitacionales.
Mientras esto ocurría, la ZTF estudiaba el cielo y captó una erupción generada por un agujero negro supermasivo activo distante, o cuásar, llamado J1249+3449 en la región donde se produjo el evento S190521g.
"Este agujero negro supermasivo estuvo burbujeando durante años antes de esta abrupta llamarada", dice Matthew Graham, profesor de astronomía en Caltech y participante del proyecto ZTF.
A su paso este nuevo agujero atrapa el gas a su alrededor y lo calienta hasta niveles que en el espectro visible se observa como un destello de luz. La llamarada comienza días o semanas después de la salida inicial de las ondas gravitacionales producidas durante la fusión.
"En el centro de la mayoría de las galaxias hay un agujero negro supermasivo. Está rodeado por un enjambre de estrellas, algunas de ellas muertas, incluyendo agujeros negros. En el disco de un agujero negro supermasivo, el gas que fluye organiza los agujeros negros para que se puedan emparejar", explica la coautora del estudio K. E. Saavik Ford, de la Universidad de la ciudad de Nueva York.
El agujero negro recién formado debería causar otro destello en los próximos años. El proceso de fusión le dio al objeto un golpe que debería hacer que entrara de nuevo en el disco del agujero negro supermasivo produciendo otro destello de luz que la ZTF debería ser capaz de ver.