La pandemia de COVID-19 actúa como un líquido fluorescente que deja expuestas —y agudiza— todas las llagas preexistentes. Al dejar al descubierto las desigualdades estructurales de la sociedad, el profundo shock social y económico provocado por el coronavirus está evidenciando y agravando al máximo las dificultades de las mujeres para acceder a trabajos dignos, a la paridad salarial y a derechos reproductivos mientras marca un retroceso en materia de violencia sexual y feminicidios además.
Con el aislamiento social de las cuarentenas, con los contagios en vastos sectores como los trabajadores de la salud y las residencias de adultos mayores, el cierre de comercios y de la industria turística, la pandemia está agravando al límite la situación económica y social de las mujeres, que son la mayoría en estos rubros.
Millones de mujeres están volviendo a sus casas, confinadas, para realizar dobles y triples jornadas entre los cuidados de menores a cargo, familiares y del hogar, a menudo privadas de fuentes de ingreso.
Crece la desigualdad de género en la pandemia
- Salud
Las médicas, enfermeras, empleadas administrativas, psicólogas, personal administrativo de consultorios, clínicas y hospitales constituyen 70% del total de trabajadores de la salud, aunque ocupan menos de 30 % de los puestos de dirección, según Naciones Unidas.
Los sindicatos y organizaciones de mujeres han denunciado que los trajes de protección personal están diseñados para hombres, por lo que, más allá del incómodo, a menudo no las protegen de la misma manera.
Por el aislamiento, millones de mujeres no pueden tener acceso a atención médica general ni a la contracepción, lo que lleva al aumento de embarazos no deseados, especialmente en adolescentes, y al aumento y no tratamiento de enfermedades sexuales como el sida. La ONU estima que en América Latina un adicional de 18 millones de mujeres perderán acceso regular a contraceptivos.
- Empleo
La crisis ha golpeado a las mujeres trabajadoras de manera doble: son las primeras en ser despedidas de sus empleos formales, y han perdido totalmente sus ingresos informales.
En EEUU, 55 % de los despedidos hacia fin de mayo eran mujeres. Es lógico: han cerrado todos los restaurantes, colegios, peluquerías, servicios de salud, y todo el turismo donde la mayoría de los trabajadores son mujeres.
Millones de trabajadoras domésticas se han quedado sin trabajo ni ingresos, así como todas las que viven de las ventas informales, que ven paralizadas sus actividades, además de lo cual, la caída general de ingresos de la población disminuye la capacidad adquisitiva.
Las mujeres son 80% de las jefes de hogares uniparentales en EEUU y ahora deberán proveer ellas solas los ingresos para sus hijos y dependientes. Las mujeres embarazadas son despedidas, o por el contrario, obligadas a trabajar en condiciones inseguras.
Peor aún, los trabajos más bajos son los menos susceptibles de hacerse desde el hogar y precisamente 69 % de las que ganan los salarios más bajos son mujeres.
- Hogar
Rebecca Solnit, célebre autora del libro Los hombres me explican, que dio origen al término mansplaining (hombres explicando), resumió así la situación: "Todo lo malo con la vida doméstica se ha vuelto peor".
Con los cierres de todos los establecimientos educativos, las madres tienen que cuidar a los hijos, hacer los deberes, estar pendientes de la educación a distancia —si tienen acceso a ella—, además de que las mujeres son mayoritariamente responsables del cuidado de los adultos mayores, de las personas con discapacidad y de los enfermos.
Por otra parte, las mujeres representan también la mayoría de la población de edad avanzada: 55 % de la población mayor de 65, años y 62 % de los mayores de 80, informa el Banco Mundial.
- Jóvenes
A fines de mayo, casi 1.200 millones de niños y jóvenes en el mundo dejaron de ir a sus instituciones educativas, casi un 70 % del total mundial, según la Unesco, junto con 60 millones de maestros.
La educación a distancia es un recurso desigual y difícil: disponible para las mejores escuelas e instituciones, deficiente para la mayoría de escuelas públicas y desfinanciadas del mundo en desarrollo, casi imposible para los hogares donde no hay ni una computadora, lo cual agravará las desigualdades educativas.
- Violencia doméstica
La violencia doméstica ha aumentado en todos los países, en donde el aislamiento de las cuarentenas dejan a las mujeres a merced de sus victimarios. Se calcula que las denuncias de violencia doméstica han subido cerca de 25 % desde que empezó el distanciamiento social, según la ONU. El cierre de los pequeños negocios donde muchas mujeres trabajan implica también que deben permanecer más tiempo en sus hogares, donde sus parejas tampoco tienen un empleo y están sometidas a una enorme angustia por la caída de sus ingresos y niveles de vida.
Confinadas con sus agresores, se les dificulta denunciar la violencia lo cual facilita los feminicidios: en Argentina se perpetraron 124 femicidios desde el comienzo de 2020 hasta el 31 de mayo, de los cuales 61 ocurrieron durante las medidas de aislamiento social, según el Observatorio Nacional Mumala, en Honduras 45, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y en México, desde la curentena a partir del 16 de marzo hasta el 14 de abril hubo 163 feminicidios, según la organización Marea Verde.