Cuando se empezaron a paralizar las clases presenciales en España, el sistema de enseñanza se quedó en el aire. Pronto surgieron dudas. De qué forma se evaluaría el tercer trimestre o qué pasaría con la prueba de acceso a la universidad fueron los primeros interrogantes, aún con la esperanza de que el coronavirus fuera algo pasajero. Dos meses después, con 26.744 fallecidos, 227.436 contagios y un país en pleno proceso de desescalada, la cuestión presente es qué pasará el curso que viene.
Además, señalan, la distancia social se considera imprescindible, por lo que habría que garantizar una separación de dos metros entre pupitres que obligaría a reducir los grupos y clases a la mitad. También habría que escalonar la entrada y permanencia en el centro educativo de los estudiantes, algo que evitaría además las aglomeraciones en las puertas de los colegios e institutos. Con ese mismo propósito, el Gobierno descarta la apertura de los comedores escolares en un hipotético escenario de reapertura de los colegios, y prolongaría durante un tiempo fórmulas alternativas para garantizar la alimentación de los escolares con becas.
En el colegio Arenales Carabanchel, de Madrid, ya están dando vueltas y reflexionando sobre un "proyecto piloto" de cara a la vuelta al cole. Con sus instalaciones cerradas y el vacío de las 1.300 personas que llenan habitualmente sus pasillos (entre los 1.172 alumnos, los 93 profesores y el personal de limpieza, comedor o administración), este centro educativo situado en Carabanchel (un barrio al sur de la ciudad) ya ha diseñado algunas ideas para el ejercicio 2020-2021.
"No hemos hecho más que atender a las medidas sanitarias obligatorias y aplicar el sentido común", comenta por teléfono su director, José Luis Marrero, enumerando el procedimiento básico: tener gel desinfectante en la puerta, mantener la distancia obligatoria o establecer turnos de entrada y salida al centro e incluso colocar una "alfombrilla o moqueta" a la entrada de cada aula para desinfectar la suela.
Este profesional de 53 años lleva cuatro años al mando del colegio (la mitad de su existencia) y analiza con cautela los pasos adoptados: "Lo primero a tener en cuenta es que ni siquiera se ha resuelto el paso a las siguientes fases", advierte. Además, dice, no se puede ofrecer una seguridad al 100%, incluso elaborando un protocolo Covid-Free, "pues sería un error pretender serlo en las circunstancias actuales".
Para minimizar la propagación del virus, el centro también pedirá a los alumnos que vayan a clase con el pelo recogido, sin anillos, relojes y pulseras de metal. "Hay superficies en las que el COVID-19 tiene mayor permanencia", explica el director, que indica cómo los docentes serán animados a llevar las uñas bien cortadas, con la conveniencia de usar bata.
Marrero indica que, aparte, el departamento de orientación también trabaja en adoptar la lengua de signos española a la relación entre los alumnos para evitar el contacto físico.
"Queremos que se abracen sin abrazarse", esgrime el director, "y que sepan decir 'hola', '¿cómo estás?' o 'te quiero' a distancia, facilitando la integración de personas con deficiencia auditiva". "Se lo enviaremos a los padres para que también puedan practicarlo en casa con lo hijos y puedan tenerlo interiorizado cuando lleguen a las aulas", agrega.
Respecto al plan de alternar las clases presenciales, Marrero ve complicado que unos las sigan por streaming ya que implicaría unos materiales y una formación específica, pero no rechaza adoptar esta técnica. Eso sí, las nuevas modalidades de enseñanza a lo mejor repercutirían en la duración de las clases. "No pueden durar 55 minutos, porque hemos comprobado que el ritmo de aprendizaje es más lento cuando se hace de manera virtual, cuesta más que los alumnos sigan las clases; en una clase presencial el profesor tiene una reacción inmediata", matiza.
"Hay que seguir pensando nuevas soluciones creativas hasta septiembre", advierte quien valora el comportamiento del alumnado, padres y madres durante este tiempo. "Tenemos que agradecer a las familias, que nos han mostrado su apoyo y su dedicación a los alumnos, y a los profesores, que han hecho jornadas maratonianas para ofrecer todo tipo de herramientas", concluye. Estos meses de "ensayo" están sirviendo para fortalecerse de cara al futuro, aunque todo esté aún en el aire.