De esta forma, el paciente se encuentra aislado bajo una carpa flexible de polietileno, la cual crea un espacio en el que se filtra el aire antes de devolverlo al exterior. En esta cámara, el contagiado puede recibir ventilación no invasiva a través de máquinas de presión positiva en las vías respiratorias, utilizada para la apnea del sueño, o de la cánula nasal de alto flujo, dos tubos de dimensión reducida que lleva oxígeno a la nariz.
Además, el uso de este sistema también permite combatir la falta de respiradores, ya que retrasa y, en algunos casos, evade el uso de estos aparatos, costosos y escasos desde el inicio de la pandemia de coronavirus.
"Permite alternativas a la ventilación mecánica para pacientes con infección de coronavirus entre moderada y severa, que de otro modo podrían quedarse sin tratamiento debido a la carencia de equipamiento", razona Yochai Adir, autor del artículo científico.
Método ya implantado en el hospital Lady Davis Carmel de Israel, donde trabaja Adir, y comprobado de acuerdo a los estándares europeos de seguridad microbiológica. Según el informe, nueve de los médicos que lo utilizan están satisfechos con sus resultados. Es más, esta estructura sanitaria recibe una puntuación global de 9,1 sobre 10 según un cuestionario realizado a los facultativos que la usan.