El confinamiento es el modo habitual de vida de las monjas de clausura, no así que fabriquen mascarillas. Y menos aún que jueguen a baloncesto en sus ratos libres, especialmente cuando se tiene una edad de 80 años. Es el caso de las religiosas del convento de San Leandro, en Sevilla, quienes si bien llevan una existencia aislada del mundo exterior, igualmente son conocedoras de la actual crisis de salud pública y aportan su granito de arena para intentar revertir la situación.
Las monjas pertenecen a la Orden de las Agustinas. La superiora del convento, Sor Natividad, explica que cuando se decretó el estado de alarma en España, decidió que lo mejor era cambiar la actividad de las religiosas. Ante la imposibilidad de seguir elaborando exquisitos dulces artesanales que luego venden ―las yemas de San Leandro―, lo más útil era ponerse a fabricar mascarillas, pensó esta monja.
"A mí esto no me lo quita nadie ni aunque tenga 80 años", confesó a las cámaras de TV una de las religiosas, de edad provecta.