La bacteria conduce a la rápida extinción de las hojas y ramas de los árboles, limitando el suministro de jugos nutritivos.
La bacteria fue descubierta por primera vez en Europa en 2013 en la región italiana de Apulia. Se transmite por insectos —cigarras— que se alimentan del jugo de las hojas de olivo. Además de los olivos, la bacteria puede afectar a las uvas, melocotones, almendras, cítricos y adelfas.
Todavía no existe ningún remedio de la enfermedad, aunque los científicos están trabajando activamente en ello. En la actualidad, los árboles infectados tienen que ser quemados.
Sin embargo, según la revista Olive Oil Times, recientemente un fármaco basado en el zinc, el cobre y el ácido cítrico ha dado buenos resultados en la lucha contra la enfermedad.
Mientras tanto, España, Italia y Grecia abastecen el 95% del mercado europeo con aceite de oliva.
Otro problema es que la enfermedad mata olivos viejos de más de doscientos años, que eran el orgullo de los dueños de las plantaciones.
Según los cálculos de los investigadores, si la enfermedad continúa propagándose, Italia podría perder 5.000 millones de euros en los próximos cincuenta años, España perdería unos 17.000 millones de euros, y Grecia —donde todavía casi no hay Xylella fastidiosa— unos 2.000 millones de euros.
El estudio sobre el impacto de Xylella fastidiosa en las aceitunas europeas, se publicó en el portal de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS).