La trágica historia de los Kosmodemianski está directamente vinculada con el inicio de la Gran Guerra Patria —conflicto armado entre la Alemania nazi y la URSS, entre 1941 y 1945, en el marco de la Segunda Guerra Mundial—. Zoya Kosmodemiánskaya, la hermana mayor de Alexandr, ingresó en las filas del Ejército Rojo en octubre de 1941 y fue asignada a un grupo de reconocimiento y sabotaje que penetró las líneas enemigas.
Luego de ingresar en la escuela de reconocimiento y sabotaje, los instructores advirtieron a todos los novatos que el 95% de ellos perdería su vida durante los operativos, mientras que los que fueran tomados como prisioneros probablemente serían torturados y ejecutados. De esta manera, todos los miembros del grupo entendían que con toda probabilidad no saldrían vivos, incluso si cumplían con la misión. Y así fue: la mayor parte del grupo murió durante el operativo.
Zoya Kosmodemiánskaya logró efectuar solo una parte del operativo al prender fuego tres domicilios. En uno de ellos pernoctaban soldados nazis. La soldado también eliminó algunos medios de transporte de los invasores. Cuando Kosmodemiánskaya trató de prender fuego otra casa, la capturaron y arrestaron. Luego, la torturaron y colgaron. Antes de su ejecución, pronunció un discurso que se hizo famoso en el que llamó a todos a luchar contra los invasores.
Murió con tan solo 18 años. Por su valor y hazaña inmortal, Zoya Kosmodemiánskaya fue condecorada póstumamente con el más alto título honorario de la Unión Soviética, Héroe de la Unión Soviética. Se convirtió en la primera mujer que recibió este título durante la Gran Guerra Patria. Su proeza se convirtió en uno de los símbolos del heroísmo del pueblo soviético en aquella sagrada guerra contra los invasores nazis.
Ansias de venganza
Zoya y Alexandr nacieron en una familia de profesores de escuela. Ella nació el 13 de septiembre de 1923, y él, dos años después, el 27 de junio de 1925. Cuando Alexandr apenas tenía 5 años, la familia entera se mudó a Moscú, donde después de un tiempo murió el padre. La madre se quedó sola con los dos niños. Este resultó ser el menor de los problemas que enfrentó la familia, ya que en junio de 1941 empezó la Gran Guerra Patria y los jóvenes comenzaron a trabajar en una fábrica.
Pasados varios meses, Zoya le dijo a su madre que se había inscrito en los cursos para enfermeras y solo después se sinceró y le contó que, en realidad, había ingresado en una escuela de reconocimiento y sabotaje y que pronto se iría a desempeñar su primera misión.
Al escuchar las noticias por la radio sobre el curso de la guerra, Alexandr caminaba por la habitación en silencio, enfurecido. Trató de alistarse al Ejército Rojo con tal de ir al frente a los 16 años, pero el organismo militar rechazó su solicitud. Recién en abril de 1942 obtuvo el permiso para ingresar a las filas de las Fuerzas Armadas soviéticas. Su madre estaba muy preocupada porque temía perder también a su único hijo.
Alexandr tomó la decisión de ir a una escuela especializada para aprender cómo manejar un tanque. Estudió rigurosamente. Estaba muy cansado todo el tiempo, pero continuaba aprendiendo. Fue uno de los mejores estudiantes de la escuela. En una carta a su madre, le contó que cuando leía que los nazis quemaban ciudades y pueblos soviéticos, y cuando se acordaba de Zoya, pensaba en sola una cosa: ir al frente cuanto antes.
El joven fue asignado a un carro de combate pesado KV y escribió en la parte exterior: "Por Zoya". El primer enfrentamiento en el que participó Alexandr fue en la parte este de Bielorrusia. Aquel día, la tripulación del tanque logró aniquilar una gran cantidad de material bélico y personal del enemigo, de ahí que allanó el camino a la ofensiva de las fuerzas soviéticas. El tanque fue dañado durante la batalla, pero la tripulación logró repararlo en pleno combate y continuar con la misión.
Por su heroísmo, condecoraron a Kosmodemianski con la Orden de la Guerra Patria de la segunda clase.
Sin temor a la muerte
Cuando empezó a luchar, Alexandr Kosmodemianski nunca tuvo miedo a la muerte. Probablemente fue así porque su mente estaba cargada con el profundo deseo de vengar la muerte de su hermana.
Durante los combates en el este de Bielorrusia, Alexandr volvió a mostrar su valor. En plena batalla dio cuenta de que un cañón propulsado enemigo flanqueó a un grupo de tanques soviéticos, lo que fue muy peligroso porque el blindaje lateral de los carros de combate era menos grueso. Tras evaluar la situación, Kosmodemianski logró acercarse al enemigo y prendió fuego el cañón enemigo y, después, eliminó a un grupo de soldados nazis y a su material bélico.
Por sus acciones atrevidas le condecoraron con la la Orden de la Guerra Patria de la primera clase. Cuando por fin estuvo en el territorio enemigo, en Prusia Oriental, escribió a su madre que había llegado la hora de "vengar el año 1941, el duelo, las lágrimas, la humillación a la que los fascistas sometieron al pueblo" soviético.
Alexandr Kosmodemianski en abril de 1945 tomó parte en la toma de Konigsberg —en Prusia Oriental, hoy en día la ciudad rusa de Kaliningrado—, que fue considerada una de las mejores fortalezas del Reich o incluso la mejor.
La tripulación de su cañón propulsado se distinguió en el asalto y la toma de uno de los fuertes de la ciudad al hacer un daño significativo al enemigo. Como consecuencia de las acciones bien coordinadas, el fuerte se rindió al Ejército Rojo.
Kosmodemianski murió cuando solo faltaban tres meses para su cumpleaños número 20. En vez de recibir una carta de su hijo, su madre recibió la notificación sobre su deceso. Igual que su hermana mayor, por su proeza, Kosmodemianski fue condecorado póstumamente con el título del Héroe de la Unión Soviética. Lo enterraron el 5 de mayo en Moscú al lado de la tumba de su hermana, solo unos días antes de la victoria y la rendición incondicional de la Alemania nazi.