Según los científicos de la MGPPU, los individuos reciben un gran volumen de información visual continuamente. El cerebro es capaz de procesar solo una parte de esta información, la suficiente para percibir la imagen general.
A veces esto tiene un efecto paradójico: nos puede ser difícil determinar la dirección del movimiento de un objeto que ocupa una gran parte del campo visual, especialmente si la velocidad del movimiento de dicho objeto es alta. Esta particularidad de la percepción se describió hace mucho, pero su mecanismo siguió sin comprenderse.
Con el uso de la magnetoencefalografía (MEG) los investigadores de la MGPPU descubrieron que el incremento de la velocidad de grandes objetos hace funcionar un grupo de neuronas que suprime la actividad de partes de la corteza visual que determinan la dirección del movimiento.
"Es curioso que varias enfermedades mejoren la capacidad de determinar la dirección del movimiento. Creen que esa mejora se debe al debilitamiento del funcionamiento de neuronas freno. Las ondas gama [oscilaciones rápidas de la actividad electromagnética del cerebro] que se registran por la MEG permiten determinar el equilibrio de los impulsos de freno y agitación ayudando a revelar los respectivos trastornos en un individuo", explica Elena Oréjova, docente de la MGPPU y responsable de magnetoencelografía.
Los autores afirman que los resultados obtenidos no solo describen el funcionamiento del cerebro sano. También son útiles para entender los mecanismos de varias enfermedades neuropsiquiátricas como la esquizofrenia, el autismo y la epilepsia.
La MEG es la única tecnología que permite registrar las ondas gama sin contacto pero con un alto nivel de fiabilidad. En el mundo hay unos 200 equipos de MEG, en total. El único que funciona en Rusia está en la MGPPU.
La investigación ha sido publicada en la revista NeuroImage.