La enfermedad se ha propagado prácticamente por todo el mundo. El primer millón de casos confirmados es una realidad, según el mapa interactivo de la universidad Johns Hopkins, en Estados Unidos.
Hasta el momento la Antártida es el único continente que no registra casos de COVID-19. La prevención sigue siendo la principal defensa ante el embate de la pandemia: afrontar un brote de coronavirus en el continente austral podría ser un serio problema dadas las limitaciones de atención sanitaria con que cuentan las bases allí instaladas.
Precauciones frente al COVID-19 en la Antártida

Los países con bases en la Antártida han tomado las medidas necesarias para evitar la propagación del virus al continente austral. De acuerdo a la información brindada por el Washington Post, el Consejo de Administradores de Programas Antárticos Nacionales —COMNAP por sus siglas en inglés— ha dado indicaciones de que todas las instalaciones deberían contar con suficiente oxígeno para enfrentar infecciones respiratorias como las causadas por el nuevo coronavirus.
La población de la Antártida ronda los 4.500-5.000 personas durante el verano austral; y 1.000 durante el invierno. Incluso, algunas bases cierran durante los meses fríos; mientras que las bases operativas deben contar con al menos un médico.
Frente a estos recursos limitados para atender posibles casos de COVID-19, el Programa Antártico Australiano redujo el número de pasajeros en viaje a la base Casey (sureste) al mínimo esencial sin impacto significativo en los programas de trabajo. También se restringió la visita de turistas a la Isla Macquarie, una base subantártica ubicada en el océano Pacífico, a mitad de camino entre Australia y la Antártida.
Asimismo, antes de que la Organización Mundial de la Salud declarase la pandemia de coronavirus en marzo, los distintos programas antárticos revisaban el itinerario de las personas que viajaban hacia las bases australes. La institución Relevamiento Antártico Británico —BAS, por sus siglas en inglés—, que dirige los programas de investigación del Reino Unido en la Antártida, aisló por dos semanas a los miembros del equipo que estuvieron en países con casos de infección de coronavirus antes de que viajaran a las bases antárticas.
¿Qué sucedería en caso de enfermedad?
Aunque las bases cuentan con médicos y elementos sanitarios como respiradores mecánicos para afrontar infecciones respiratorias, un brote de COVID-19 excedería la capacidad de respuesta médica.
En un artículo publicado en la Revista Clínica Española, Arturo Lisbona Gil, médico especialista en endocronología y nutrición que participó en dos misiones españolas a la Antártida, aseguró que allí no es posible "hacer análisis o radiografías para apoyar un diagnóstico".
"Otro de los grandes problemas con los que el médico se encuentra en la Antártida es la extrema dificultad para la evacuación, en caso de grave enfermedad o accidente. Solo hay dos posibilidades: una es por avión desde el aeródromo de Base Marsh en la isla del Rey Jorge (...) hasta la ciudad chilena de Punta Arenas en el estrecho de Magallanes", señaló Lisbona.
Lisbona también formuló los riesgos adicionales de evacuar a una persona enferma para las propias tareas de investigaciones que se realizan en las bases antárticas: "El médico debe estar muy seguro de la necesidad de interrumpir las investigaciones y, probablemente, arruinar alguna de ellas para evacuar a un enfermo".
La vida en Antártida durante la pandemia
Dadas las dificultades que presentaría un eventual brote de coronavirus en la Antártida, especialmente durante el invierno, cuando las inclemencias meteorológicas dificultarían traslados aun dentro del propio continente, la prevención sigue siendo clave.
Micheal Brian, líder de la Base Rothera del Reino Unido, en la isla de Adelaida, frente a la península Antártica (oeste) dijo a Express.co.uk:
"Estamos bien protegidos aquí y tenemos buenos procedimientos para cuidar de nuestra salud". Y agregó: "Tenemos un plan de contingencia para sobrevivir varios años, pero no creo que llegue a ocurrir eso y el planeta debería estar en una situación muy mala antes de que una se genere una situación así".
Mientras tanto, Stijn Toolen, investigador médico de la Agencia Espacial Europea —ESA, por sus siglas en inglés— en la base italo-francesa Concordia de la Antártida, dijo a ABC News que, aunque no es sencillo, están al tanto de lo que sucede en un mundo en cuarentena. Ver los videos de las personas aplaudiendo desde sus casas en agradecimiento al personal médico que día a día lucha contra el COVID-19 es "muy conmovedor". "El virus nos hace darnos cuenta de cuánto dependemos unos de otros".