Venecia es conocida por ser un imán para el turismo de masas, y los efectos que ello tiene en la ecología y en la vida animal de la ciudad son evidentes. Unos días sin lanchas ni góndolas han sido suficientes para que empecemos a ver la ciudad como nunca antes la habíamos visto. Ahora muchos proponen que estos parones se hagan todos los años para que la naturaleza pueda respirar.