Y es que el ser humano, ante todo, es un ser social. La música, más allá de sus notas, llena porque, en muchas ocasiones, es una actividad compartida. Y a falta de conciertos, bueno es un balcón, una guitarra o un piano y un público dispuesto a escuchar y sentir el aire en la cara.
No solo se echa en falta la música en directo, sino también las discotecas. Eso sí, con un par de luces y una mesa de mezclas, el mono pasa más rápido.
Tampoco está siendo fácil para los más deportistas. Estar todo el día en casa puede dejar anquilosada a una persona. Hay varias soluciones para evitar que nos mimeticemos con la silla. Se pueden hacer clases de aeróbic, yoga, pilates… incluso algunos llegan más allá.
Otros hacen lo posible para seguir en movimiento en el exterior, independientemente de los obstáculos que sorteen.
Aunque, tal vez, la mejor opción es aquella que junta todo lo necesario para dotar de algo de normalidad al día a día. Aire, gente y un monitor convierten a esta comunidad de vecinos en el primer macro gimnasio de la pandemia en España.
Y a esta otra, en el primer centro de ocio.
También es cierto que no todo se puede hacer en casa y hay actividades que es mejor dejarlas para cuando haya finalizado la alerta sanitaria:
El encierro es duro y, aunque pueda llegar a sacar de quicio, lo mejor es ponerle una nota de humor.
O de solidaridad.
Algo se aprenderá de esta crisis sanitaria. Ya sea en términos de generosidad o de convivencia. De momento, a sobrellevar la cuarentena de la mejor manera posible. Sin aburrimiento, pero con cabeza.