El Brexit sigue produciendo efectos secundarios y evidenciando fallas. El enorme hueco dejado por la economía británica (66 millones de habitantes y un PIB de 2,6 millones de euros, el doble del español y casi cinco veces superior al polaco) ya está obrando movimientos en los equilibrios y bloques de poder en la Unión Europea.
La sempiterna inestabilidad política del país transalpino junto con la victoria en 2019 de los euroescépticos de Mateo Salvini en las elecciones al Parlamento europeo, dejaba de inicio a España en una posición privilegiada en tanto que candidato a integrarse en el llamado eje francoalemán. Sin embargo, en Madrid la nueva dirección de la política exterior se muestra reticente.
"Tienen razón, en estos momentos no existe ninguna política exterior europea", declara a Sputnik el politólogo francoespañol Jorge Verstrynge, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid.
"Y no la puede haber. Primero porque no se ponen de acuerdo entre sí, y segundo por la propia inestabilidad política existente dentro de la UE".
El rumbo que apunta la nueva titular de Exteriores, Arancha González Laya, abre otras posibilidades de colaboración en el seno de una Unión Europea cada vez más caracterizada por su vocación de atomizarse en bloques.
Las razones para no alinearse en bloques
Por un lado, sustituir al gigante británico no es factible. Su capital es un centro financiero mundial de primera magnitud, es miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU y, militarmente, es una potencia nuclear. "Cuando un país como Reino Unido, que es prácticamente el 20% de la UE, se va dando un portazo, la UE tiene que preguntarse qué es lo que ha hecho mal", comenta Verstrynge al respecto.
"Pero el Gobierno español acaba de anunciar que, si bien retira las concertinas, eleva la altura de la valla [de Ceuta y Melilla] el 50%. Son cosas que se dicen cuando estás en la oposición", matiza Verstrynge, apuntando que las divergencias en este aspecto no son tan radicales. "Porque al final habrá que llegar a un acuerdo con Marruecos, y con Francia. Y habrá que hablar con el húngaro Orban, que es un señor que dice que a Hungría no le da la gana dejar entrar a una biodiversidad humana plagada de potencial terrorismo islámico".
"Es decir, no somos nadie en España ni en Europa para decirle a Orban lo que hay que hacer, que es quien ganó las elecciones allí".
¿Un nuevo rumbo?
La nueva orientación de España, que fuentes ministeriales definen como "de geometría variable", buscaría también así preservar los cimientos de la competencia interna aun cuando el coloso chino avance imparable. Al respecto, Jorge Verstrynge defiende medidas proteccionistas. "Del PSOE no puedo hablar, pero Unidas Podemos hace tiempo que plantea la vuelta a un proteccionismo inteligente, algo normal. Cojamos el ejemplo de Rusia. '¡Sanciones a Rusia, no van a poder comer queso francés!' Pues al final lo han terminado fabricando y asunto terminado", explica.
"Y España terminará reconociendo que todo el tema del campo español no tiene solución sin un planteamiento proteccionista inteligente".
Sin embargo, el cogobernante Unidas Podemos no dispone de las competencias en el Gobierno para tal fin. "Pero puede decir que la solución para los agricultores españoles pasa por un proteccionismo social, tipo 'no podemos aceptar productos provenientes de países que no respeten determinadas convenciones'", añade Verstrynge, quien también asegura que un levantamiento de las sanciones a Rusia ofrecería una parte de la solución a los problemas del sector agrario en España.