Se puede decir que es un paraguas nuclear sobre la capital rusa: protege a Moscú de las ojivas de los misiles balísticos y las neutraliza también mediante armas nucleares.
Fue creado en el marco del Tratado sobre Misiles Antibalísticos entre EEUU y la Unión Soviética que preveía limitar el número de sistemas misiles antibalísticos utilizados para defender ciertos lugares contra misiles con carga nuclear.
El ojo que todo lo ve
El ojo y el cerebro del sistema A-135 están situados en el pueblo Sófrino al noroeste de Moscú. Con un poco de suerte, los viajeros que llegan al aeropuerto de Sheremétievo pueden distinguir una pirámide truncada gigante con círculos blancos en sus bordes laterales entre los bosques cerca de Moscú cuando el avión se acerca a la terminal aérea. Esta pirámide es el radar Don-2N.
El radar busca y clasifica objetivos potenciales, calcula su trayectoria y además puede apuntar misiles. Sus antenas pueden seguir hasta 100 objetivos simultáneamente. El rango de detección de un misil es de 3.700 kilómetros y la altitud es de 40.000 kilómetros. Si es necesario, el radar es capaz de realizar todo el trabajo en un modo totalmente automático.
Las flechas que protegen
Originalmente, el A-135 estaba equipado con interceptores de largo y corto alcance con ojivas nucleares 51T6. En 2006, estos interceptores fueron reemplazados por nuevos misiles de largo alcance. Lo único que se conoce sobre esos misiles es que son los más rápidos en el mundo.
El A-135 Amur utiliza el arma nuclear no solo para la destrucción, sino para la detección de objetivos. Las ojivas de un misil balístico se ocultan en una nube de falsos objetivos. Para identificarlas en el espacio cercano a la Tierra se utiliza el así llamado desplazamiento vía la explosión nuclear.
De esta manera, si el primer misil no da en el blanco, el disparo de su ojiva cambia la trayectoria de todos los objetos en las cercanías. Los falsos objetivos ligeros vuelan como plumas, las ojivas pesadas reales se desplazan ligeramente.
Asimismo, el interior nuclear de los interceptores del A-135 Amur difiere de otras ojivas. Tiene una unidad adicional de isótopos de berilio. El resultado de la reacción en cadena es un flujo de neutrones rápidos que destruyen los misiles enemigos. Al atravesar el plutonio de sus ojivas, los neutrones provocan una prematura reacción en cadena sin alcanzar la masa crítica. De esta manera, una ojiva de clase de un megatón explota como un petardo de papel.
Además, los rayos X que se emiten en el resultado del uso de las armas de neutrones son suaves pero poderosas y evaporan instantáneamente el caparazón de un misil enemigo, esparciéndolo en la atmósfera.