"No me gusta hablar en términos de desintegración o separatismo, pero está claro que el Reino Unido no continuará existiendo en su forma actual", declaró.
"Creo en una relación de iguales entre las cuatro partes del Reino Unido, lo cual es completamente opuesto a la situación actual en que están sacando a Escocia de la Unión Europea en contra de su voluntad", denunció.
Escocia e Irlanda del Norte votaron mayoritariamente en contra del Brexit en el referéndum de 2016, que arrojó un resultado global en todo el país del 52% a favor de la retirada.
Ambos territorios autonómicos siguen opuestos a los acuerdos del divorcio y a la posición ante las negociaciones sobre la futura relación entre Londres y Bruselas que está adoptando el Ejecutivo conservador de Boris Johnson.
En la República, Sinn Fein cantó victoria en las elecciones legislativas del 8 de febrero —obtuvo el mayor porcentaje de votos y empató a escaños con el centrista Fianna Fáil una vez descontado el del presidente de la Cámara— con un manifiesto que incluye preparativos para celebrar la llamada "consulta de la frontera" en cinco años.
"Hay ahora más perspectivas de que la cuestión de la unificación irlandesa esté sobre la mesa y de que tal vez se tome una decisión en unos años", sostuvo la dirigente escocesa.
Sturgeon evitó entrometerse en terreno irlandés, pero se mostró convencida de que "Escocia será independiente en unos años", lo cual pondrá en peligro la continuidad del Reino Unido.
La líder nacionalista descarta convocar un "referéndum que no sea legal" pero admitiría, como lejana alternativa, que los Tribunales de Justicia se pronuncien sobre la competencia del Parlamento de Edimburgo para organizar el plebiscito.
Vuelca su prioridad en las urnas porque, según dijo, las victorias del SNP harán "insostenible" la postura de "Boris Johnson de bloquear el referéndum" soberanista demandado por una creciente mayoría de residentes escoceses.