La sumisión al mandato de Donald Trump de los senadores republicanos fue prácticamente total. Sólo uno de los 53 representantes de esa formación política se atrevió a desafiar las consignas implícitas y votó a favor de la destitución del presidente estadounidense, acusado por la Cámara Baja de abuso de poder y obstrucción a la Justicia. El osado fue Mitt Romney, representante por Utah, quien hizo historia pues se convirtió en el primer senador que vota a favor de la culpabilidad de un presidente de su propio partido. Fue el único que obró en conciencia. ¿Dónde estaba la dignidad del resto de sus compañeros de partido?
Lo terrible es que el veredicto del Senado no sólo coloca a Trump virtualmente cuatro años más en la Presidencia sino que también le sitúa por encima del control del Congreso; a partir de ahora no habrá nada que le frene para poder saltarse la ley. Nos espera una época tormentosa.
El juicio
La votación no se produjo el sábado 1 de febrero por la noche por pura hipocresía, aunque los más trumpistas querían que así fuera. Los senadores más moderados forzaron la prórroga hasta el miércoles 5 para que la absolución se produjera de día y no a espaldas de los ciudadanos. Las motivaciones de estos senadores son electoralistas pues se juegan sus escaños el próximo mes de noviembre y sus distritos se encuentran en zona demócrata. Ese es el caso de la senadora por Maine, Susan Collins, quien votó a favor de Bill Clinton durante el proceso de 'impeachment' de 1999. El Senado norteamericano no tiene límite de mandatos y Collins forma parte de él desde 1997.
"Pienso que no debería haberlo hecho. Pienso que fue incorrecto. Inapropiado, es la forma que diría. Impropio, cruzar la línea. Pero la pregunta que queda es: ¿quién decide lo que hay que hacer? El pueblo. El pueblo, esa es mi conclusión". Así se expresaba el senador por Tennessee, Lamar Alexander, quien reconoció las acusaciones contra Trump, pero no se atrevió a ratificarlas, ni tampoco a llamar a testigos ni a examinar más pruebas. La principal razón es la cercanía de los comicios presidenciales, convocados para el martes 3 de noviembre.
Las palabras de Alexander fueron suscritas por otros senadores republicanos como del Nebraska, Ben Sasse, o el de Ohio, Rob Portman. La senadora por Iowa, Joni Ernst, también apuntó que, independientemente de que le gustara o no, no veía el comportamiento de Trump suficiente para apartarle del poder.
Otros políticos destacados, como el senador hispano Marco Rubio, delegado por el estado de Florida, alegaron que el 'impeachment' no beneficiaba al interés del país porque produciría división y rencor, "amenazando al país durante décadas". ¿Acaso EEUU no está ya lo suficientemente dividido y resentido? ¿Qué hace falta para que sentencien a un presidente norteamericano? ¿Encontrarle en el bolsillo una pistola humeante? ¿O las manos llenas de sangre?
Camino libre
Trump lo tiene fácil. Más que antes. Sólo queda por despejar la duda de quién se enfrentará a él en los dos o tres decisivos debates televisivos. Sólo perdería si se equivocara por completo, como le pasó a Richard Nixon frente a John Kennedy en los comicios de 1960. Pero eso se antoja algo altamente improbable pues el actual inquilino de la Casa Blanca es un animal mediático y un manipulador consumado.
Usó la tribuna para destacar su papel en la bonanza económica, el aumento del gasto militar, la negación del cambio climático y la criminalización de los inmigrantes. El estado de la economía es su gran baza electoral pues el paro alcanza el 3,5%, siendo el más bajo en medio siglo. Pero no es cierto, como dijo, que la economía esté "mejor que nunca". El crecimiento económico se está desacelerando y en el último trimestre llegó al 2,1%, es decir, la mitad de lo que él prometió.
Es significativo que hubiera una respuesta en español del Partido Demócrata a la verborrea presidencial. La elegida para hacerlo fue la congresista por Texas, Verónica Escobar, quien se negó a unirse a Trump cuando éste visitó El Paso —la circunscripción de Escobar– en agosto pasado tras haberse producido allí un tiroteo a manos de un hombre que temía "la invasión hispana". "Honestamente, la mayor amenaza para nuestra seguridad es un presidente y un Senado controlado por los republicanos que actúan solo en su propio interés", enfatizó Escobar.