El último ejemplo de esta brecha que empieza a agrandarse fue el acuerdo que este lunes 3 sellaron el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, y el presidente del Consejo de Seguridad de Sudán, Abdel Fattah Abdelrahman Burhan, para normalizar las relaciones diplomáticas.
Así se refería a la decisión sudanesa y al plan de Washington para la creación del Estado Palestino, que permite que Israel establezca su capital en Jerusalén al tiempo que le concede soberanía sobre los territorios ocupados en Cisjordania.
"Es un supuesto plan de paz para ser acordado entre dos, en el que una de las partes no aplica en ningún momento y donde el mediador pierde su rol de garante", resumió a Sputnik el analista internacional colombiano Juan Alberto Sánchez Marín.
A diferencia de otros países del mundo árabe que han ido variando su postura sobre la causa palestina, como Egipto y Emiratos Árabes Unidos, Irán mantiene su compromiso desde el triunfo de la Revolución Islámica en 1979, destacó el analista.
"En ese contexto de tanta traición árabe, de mucha falta de solidaridad, Irán ha jugado un papel muy importante en sus buenas relaciones y apoyo a la causa palestina", subrayó Sánchez Marín, colaborador en el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico.
"Esta situación en el mediano plazo va a jugar muy a favor de Irán como pueblo que ha sido coherente en esa expresión de apoyo a una causa tan importante, y unos de los conflictos más difíciles de resolución que hay en el mundo actual", consideró.
Sánchez Marín destacó que el plan de Trump para la creación del Estado Palestino también reafirma un eje entre potencias emergentes como Rusia, China e Irán, "cada vez más evidente en ese juego de presión estadounidense de tipo económico, financiero, comercial, militar y mediático donde estos países buscan nuevas maneras de relacionarse en todos esos aspectos".