"El líder de Azul y Blanco, Benny Gantz, habló con el presidente Reuven Rivlin y le informó que no puede formar el Gobierno", dijeron en la oficina del político.
Indicaron que Gantz continuará sus esfuerzos dentro del próximo período de 21 días para formar el Gobierno.
Tras las elecciones a la Kneset (Parlamento israelí) del 17 de septiembre, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanuahu fue el primero en tener la oportunidad de formar la coalición, pero no logró reunir los 61 mandatos necesarios.
No obstante, la Kneset aún dispondrá de tres semanas en las que cualquier diputado, incluidos el primer ministro Benjamín Netanyahu o el propio Gantz, podrán recabar apoyo de una mayoría parlamentaria in extremis.
El líder de la coalición Azul y Blanco dijo en varias ocasiones que los intereses personales habían dado al traste con sus esfuerzos.
Aparentemente se refería a las exigencias de Netanyahu para que se le garantizara inmunidad en tres casos de corrupción en los que está implicado.
El abogado del estado, Avichai Mandelblit, tiene que anunciar en los próximos días el procesamiento de Netanyahu, que según el propio Mandelblit ya está decidido.
Aparentemente, según estas fuentes, Gantz rechazó esa propuesta por no estar de acuerdo en otorgar la inmunidad al todavía primer ministro.
En las últimas horas se vivió en Israel una frenética actividad política en la que participaron sobre todo Netanyahu, Gantz y Avigdor Liberman, líder del partido bisagra Israel es Nuestra Casa.
Liberman defendía la formación de una gran coalición pero, al igual que Gantz, señaló que los intereses personales, en referencia a Netanyahu, hacían imposible esa solución, adelantando que todo apunta a la convocatoria de unas nuevas elecciones.
En este contexto, esta noche Gantz devolvió el mandato al presidente Rivlin.
Todo indica que será muy difícil que en los próximos 21 se logre formar una coalición suficiente para gobernar, aunque las cosas podrían cambiar en cualquier momento si alguno de los políticos implicados da su brazo a torcer.
Los partidos israelíes coinciden en que la convocatoria de unos nuevos comicios no es buena para Israel y además no garantiza que de las urnas vaya a salir un resultado muy distinto al de las últimas elecciones, de manera que el bloqueo podría persistir.