Como en muchas otras áreas, la tecnología ha mejorado de gran forma el trabajo de los arqueólogos. El uso de radares, sensores de alta generación e incluso imágenes de satélite han facilitado enormemente la detección de restos humanos y tumbas ancestrales.
Pintar llegó a antigua fortaleza con un equipo de perros ovejeros belgas y alemanes. Los animales comenzaron a buscar en la zona y lograron detectar dos sitios de enterramientos que ya eran conocidos por los investigadores pero cuya ubicación no había sido comunicada a los entrenadores, recoge el periódico 'The Guardian'.
Según explicó Glavas, los investigadores utilizaron al menos dos perros para confirmar los hallazgos. Cuando un perro señalaba una tumba, otro perro era enviado al lugar sin conocer la indicación del primer animal. Si indicaba el mismo lugar, se corroboraba que no se trataba de un falso positivo.
La experiencia, que en total utilizó cuatro perros, fue positiva: en total se encontraron cinco nuevas tumbas prehistóricas en la zona, gracias a los animales entrenados.
La investigación conjunta de Glavas y Pintar, publicada en la revista científica 'Journal of Archaeological Method and Theory', demostró que los perros de detección de restos humanos "son una valiosa herramienta para encontrar enterramientos, al igual que otros métodos de búsqueda arqueológica no destructivos".