La prueba se llevó a cabo sobre el desierto de Mojave, donde desde una altitud de 10.000 metros se lanzó el cohete. Eso sí, no llevaba ni el combustible ni el motor. En su lugar, estaba cargado con agua y otros materiales no explosivos para imitar su carga útil.
Según informa la propia compañía en su comunicado de prensa, el objetivo de esta prueba era observar los primeros segundos tras el lanzamiento para asegurarse de que el cohete se separa de la aeronave sin problemas. Además, se aprovechó esta oportunidad para observar cómo se comporta el cohete en caída libre.
Vista la naturaleza de la prueba, el cohete fue lanzado cuando la aeronave portadora, un Boeing 747-400 modificado, estaba sobrevolando un polígono de pruebas de la base aérea de Edwards.
Este evento supone un importante avance del proyecto Virgin Orbit, que planea ofrecer una alternativa asequible a la hora de lanzar cargas útiles de peso reducido a las órbitas bajas de la tierra.
Mientras tanto, un proyecto con un concepto similar pero una escala considerablemente mayor, el Stratolaunch, no logró salir adelante. Después de unos rumores sobre la posible venta de todo el proyecto, la compañía finalmente anunció la venta de uno de los aviones más grandes del mundo por 400 millones de dólares.
Al mismo tiempo, queda incierto el futuro de esta clase de lanzamientos de cohetes espaciales, especialmente en vista de la experiencia de la compañía Orbital Sciences. Es un proyecto similar que existe desde hace 20 años y hasta ahora no se ha convertido en un éxito comercial.