La práctica de la RSE está ampliamente extendida en las empresas de mediano y de gran porte. Todas ellas encuentran, en esta práctica, la forma de ‘retribuir a la comunidad’ con algo de lo que esta les ha dado. En este paradigma, las compañías exitosas hacen exitosa a la comunidad en la que están insertas y viceversa.
“El mecanismo de implementación de la responsabilidad social es muy amplio y varía de acuerdo a cada empresa. En general, tratan de apadrinar a alguna organización que muchas veces está en el mismo territorio donde desarrollan su actividad”, explicó a Sputnik la economista Emilia Millón.
De acuerdo a Millón, quien trabaja en economía social desde la corriente de la Economía Feminista, “nunca se revela la contradicción directa”, que deviene del hecho de que esa empresa explota un recurso, o a unos trabajadores, y a cambio da una retribución menor.
“Van al Día del Niño y llevan juguetes, van antes de Navidad y llevan canastas navideñas y así organizan la actividad de responsabilidad social. Hasta ahí llegan y no son estables. Al otro año lo cambian a otro lugar, y así. Sus actividades no están destinadas a desarrollar ese lugar, están orientadas al asistencialismo. Capaz que en lo que más avanzan es en proveer infraestructura”, explicó.
A cambio de su buena acción, las marcas se promocionan y obtienen exoneraciones impositivas parciales o completas, que varían dependiendo de las normativas nacionales. Además llevan a cabo las acciones con mano de obra gratis, lo que elimina aún más los costos.
“En general lo que hace la empresa es contagiar esas ganas, para que los que vayan a proveer estos servicios sean los mismos empleados. Obviamente lo hacen fuera del horario laboral, entonces se genera un voluntariado que no es retribuido pero si genera valor”, agregó.