"Después de una travesía difícil, larga y agotadora, Crimea y Sebastopol regresan a su puerto de origen". Bajo este lema se realizó el retorno al seno civilizacional de Rusia de sus territorios originales, que estaban en las raíces de la historia rusa, su existencia como Estado, nuestra cultura y mentalidad.
Hay varias fuerzas en el mundo que cuestionan la legitimidad de dichos hechos. Sabemos lo que valen tales enfoques, no basados en normas de verdad, sino dictados por motivos políticos o en el mejor de los casos por ideas falsas. Rusia está abierta a discusión, pero para nosotros la cuestión está definitivamente cerrada.
Lo que nos interesa ahora no son las conclusiones escolásticas de los ideólogos de geopolítica, sino reflexiones sobre los resultados prácticos de la etapa atravesada y las aspiraciones para el futuro en interés del desarrollo de Crimea, toda Rusia y sus pueblos.
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Pasados cinco años, llegó el tiempo para recordar los sucesos de 2014. Fueron días intensos de trastornos políticos en Ucrania, que acabaron con el cambio del régimen y la desorganización de la vida económica y política en varias regiones del país.
Debido a una política deliberada de Kiev de aislamiento, la península fue privada primero de la fuente principal de agua potable, procedente del río Dniéper, después de electricidad. Siguieron las interrupciones del funcionamiento de los servicios bancarios y de telecomunicaciones. Todo esto se reflejó en la disminución de la calidad de vida en la región: los correspondientes indicadores fueron 2,5 menos que el promedio en Rusia.
Desde la reunificación con Rusia se inició una etapa nueva de desarrollo de la península. Tiene como base el programa federal "El desarrollo social-económico de la República de Crimea y Sebastópol hasta 2020", aprobada por las autoridades rusas federales en agosto de 2014, con un financiamiento de más de 12.000 millones de dólares. Este mismo dio inicio a numerosos proyectos en varias esferas: desde la construcción de grandes infraestructuras hasta la puesta en marcha de programas sociales de gran escala.
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Hoy en día se ha transformado la vida en Crimea.
Fue superado el bloqueo energético con la construcción de cuatro líneas del puente eléctrico que conecta Crimea con otras regiones de Rusia. Entraron en funcionamiento dos centrales termoeléctricas en dos de las principales ciudades de Crimea — Simferópol y Sebastópol. Una vez finalizada la construcción de la tercera central en la ciudad de Saki, en la península se contará con capacidades de generación eléctrica suficientes para poner una solución final al problema de suministro de energía.
En el marco del desarrollo de infraestructura fue construido el puente sobre el estrecho de Kerch, con pistas para automóviles y un tramo ferroviario. Se inauguró la nueva terminal del aeropuerto de Simferópol, se llevaron a cabo proyectos de renovación de la superficie y de reparación de las rutas internas de la península, así como de modernización de puertos marítimos. Fueron reconstruidas las redes de telecomunicaciones, sistemas de servicio bancario, la teledifusión. Está prevista la resolución definitiva del problema del suministro de agua potable para el 2020.
En Crimea residen representantes de casi 200 diferentes grupos étnicos — no solo son los rusos y ucranianos, sino también tártaros, armenios, griegos, búlgaros, alemanes y muchos otros. La garantía de los derechos y las libertades de autorrealización, desarrollo de culturas e idiomas de todos los pueblos que viven en la península es una prioridad de la política nacional rusa. En este contexto las críticas dirigidas a Rusia por una supuesta opresión de los derechos de los tártaros de Crimea son absolutamente infundadas. Quería abordar este tema en particular.
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El tártaro de Crimea, junto con el ruso y ucraniano, tiene el estatus del idioma oficial en la península. La enseñanza en lenguas nativas está introducida en 15 escuelas estatales y 133 clases especializadas. Cerca de 6.000 alumnos escolares estudian el tártaro de Crimea como lengua materna.
¿Cuál es el resultado general de los cinco años pasados desde la reunificación de Crimea con Rusia? La respuesta es evidente para todos los que están dispuestos a tener una visión imparcial de la situación. La península volvió a adoptar un "sistema de coordenadas" de carácter orgánico para sí misma, se reunió con su propia familia y al mismo tiempo emprendió el camino del desarrollo progresivo y armonioso. En poco tiempo paso de ser un enclave ucraniano deprimido para convertirse en una de las regiones más prometedores de Rusia. Basta decir que, para el final de 2018, Crimea registró la mejor dinámica de crecimiento del nivel de vida de todos los sujetos de la Federación de Rusia.
Hay un dicho muy popular en Rusia: "Si el camino no lleva al templo, ¿para qué sirve tal camino?" Es decir, se trata del carácter sagrado del objetivo y la justificación del trayecto elegido. En Crimea, naturalmente, siguen existiendo muchos problemas pendientes, pero los resultados alcanzados no dejan dudas de que el camino encontrado "lleva al templo" y se continuará marchando. La península está abierta para todos los que deseen comprobarlo por sí mismos.