Los partidos independentistas catalanes, indiferentes a los contenidos de los Presupuestos Generales del Estado, hicieron prevalecer sus intereses locales y votar en contra del plan económico del Gobierno.
Con solo 84 diputados en un parlamento con 350 escaños (la mayoría exige 176), el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) de Sánchez vivía en la cuerda floja y los separatistas catalanes se la seccionaron cuando su principal exigencia, la autodeterminación, hubieran hecho explosionar en interno y hundido para siempre al PSOE. Sánchez fue acusado por la oposición de centro y derecha, e incluso dentro de su propio partido, de haber cimentado su gestión a base de concesiones al independentismo catalán, en forma de negociaciones semisecretas con concesiones inaceptables o en el aumento espectacular de las partidas económicas destinadas a Cataluña.
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El 28 de abril los españoles deberán votar para elegir no ya un gobierno, pues ningún partido obtendrá la mayoría, sino una mayoría parlamentaria cuyos componentes puede que no sean los mismos que han sostenido durante casi nueve meses a Sánchez. La muerte del bipartidismo en España hace pensar ya en el juego de bloques, aunque el elemento nacionalista en España no permite definir exactamente bloques de izquierda y de derecha.
PSOE, favorito
Las encuestas parecen coincidir en que el PSOE será el partido más votado. Impulsado por su gestión, incluso criticada, le ofrece, como a casi todos los partidos que convoca elecciones, una ventaja que le empuje a pasar de los 84 escaños que tiene ahora, a superar el centenar. Pero los socialistas deberán hacer malabarismos para repetir el apoyo de los partidos que le han sustentado hasta tumbar su proyecto de presupuestos.
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El factor catalán seguirá también afectando la estrategia socialista, pues el juicio a los líderes secesionistas que organizaron el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017 seguirá celebrándose en plena contienda electoral.
Podemos y PP, en baja
Si el PSOE quiere basar su campaña en asuntos sociales, deberá competir para ello con otro de sus apoyos parlamentarios, Podemos. Aliados hasta ahora, son enemigos para disputarse los votos de la izquierda y ahí, ahora, el PSOE parece estar recuperando muchos votos que la crisis del partido de Pablo Iglesias ha propiciado. Si el PSOE crece en las encuestas es en detrimento de Unidas Podemos.
Por el momento, Sánchez entiende seguir en la "desfranquización", con la exhumación de los restos de Franco, y la insistencia sobre la lucha feminista. Dos argumentos que no le atraerán los votos del centro, pero sí los de los abstencionistas de izquierda.
La incertidumbre electoral no permite descartar ningún acuerdo. El partido de Albert Rivera (Ciudadanos) parece mostrarse más proclive a buscar una repetición a nivel nacional de la fórmula andaluza, donde gobierna en coalición con el Partido Popular (PP) y el apoyo exterior de Vox. Por supuesto, quiere seguir engordando con los votos robados al PP, pero no puede olvidar la disputa de votos centristas con el PSOE.
Todos pendientes de Vox
Vox es la única formación política que no necesita cambiar un ápice su ideario, ni hacer equilibrios ideológicos para adaptarse al electorado. Su éxito en Andalucía está sustentado por la crisis en Cataluña y las concesiones que, según sus líderes, se han hecho desde Madrid al nacionalismo. Conservadores sin complejos en lo social, y liberales en el aspecto económico, saben que los descalificativos como "fascistas", que les otorga la izquierda, no frenan su ascenso en apoyo popular.
La incertidumbre es pues total a poco más de dos meses de la cita con las urnas. La formación de un nuevo gobierno será una tarea complicada y a la dispersión del voto se añade otro elemento de dificultad. Las elecciones generales tendrán lugar solo un mes antes de las europeas, autonómicas y municipales.
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Las negociaciones para formar mayorías de gobierno chocarán con el juego de alianzas en regionales y municipales, en las que los partidos podrán formar coaliciones diferentes a las buscadas a nivel nacional. Un rompecabezas que puede llevar a mantener un gobierno en funciones hasta el verano, como mínimo. Después de ocho meses de gobierno débil, España puede consumir más de la mitad de 2019 en la búsqueda de un poder sólido.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK