Sánchez acaba el año como inició su mandato en junio pasado. La supervivencia de su Gobierno depende de un hilo que manejan las fuerzas independentistas catalanas que le apoyaron para encaramarle al poder tras la moción de censura a Mariano Rajoy.
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Pedro Sánchez ideó "deslocalizar" un consejo de ministros de Madrid a Barcelona. Una decisión que desde el gobierno de la comunidad autónoma se recibió con agitación callejera. A Sánchez se le reprochó que hablara de demostrar "normalidad" con su decisión de reunir a sus ministros en la capital catalana. Pero lo que le mundo pudo ver fueron las imágenes de violencia de grupos radicales y el despliegue policial para proteger al presidente y a su comitiva.
La suerte de Sánchez depende del presidente catalán y de sus socios de gobierno, que van a seguir jugando con su condicionado apoyo sin renunciar a dos exigencias básicas para ellos: la excarcelación —vía indulto— de los políticos presos acusados tras el referéndum ilegítimo del 1 de octubre de 2017 y, por supuesto, la aceptación de una consulta sobre la autodeterminación.
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La primera está en manos del Gobierno; la segunda, es mucho más delicada. A los que ponen como ejemplo las consultas celebradas en Quebec y Escocia, otros responden que la Constitución española no lo permite, como tampoco la alemana, la francesa o la italiana. Y que una modificación constitucional debería, además, ser aprobada por todos los españoles.
La pérdida de Andalucía y la alarma de los 'barones'
Pero no hace falta ir tan lejos. Cando se habla del futuro de Pedro Sánchez, hay que interpretar también el futuro de su Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Y ahí radica otro de los problemas a los que Sánchez tendrá que hacer frente en el año que empieza.
Los presidentes socialistas de Aragón y de Castilla la Mancha no han ocultado sus críticas a su líder por la gestión de la crisis catalana, y temen ser derrotados en los próximos comicios, como su homóloga andaluza. Por eso, para Sánchez y su partido es indispensable alargar lo máximo posible su mandato, y eso pasa, inevitablemente por la aprobación de sus presupuestos en las Cortes.
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Los socialistas más optimistas creen que Sánchez puede acabar su mandato y celebrar comicios en junio de 2020. Los pesimistas, se preparan ya para la primavera. La situación es tan especial que España es el único país de Europa donde el contenido de los presupuestos queda casi oscurecido por el rompecabezas catalán.
A Pedro Sánchez, que se convirtió en diputado sin haber sido elegido; que perdió dos elecciones y que, sin embargo, se hizo con la jefatura de su partido, nada parece descorazonarle. Tumbó al presidente Rajoy en dos tardes y sigue convencido de que puede obtener lo imposible, alargar su mandato un año y medio más y ganar las próximas generales. Pero antes deberá afrontar comicios europeos, autonómicos y municipales. Demasiadas pruebas de estrés para los socialistas españoles en el horizonte de 2019.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK