Los submarinos del proyecto 949A Antéi entraron en servicio a principios de la década de 1980 y estaban destinados a hacer frente a los grupos navales de portaviones estadounidenses. Las embarcaciones de este tipo eran capaces de destruir tanto al propio portaviones, como sus naves de acompañamiento.
Par ello, cada Antéi podía llevar 24 misiles antibuque. Gracias al equipo de navegación y de objetivos, los proyectiles podían determinar su blanco dentro de un grupo de buques y dirigirse hacia él.
Según el plan de modernización actual, los submarinos atómicos de la Flota del Pacífico de la Armada de Rusia tendrán en su arsenal misiles de crucero Kalibr.
El sistema Kalibr es capaz de asestar golpes contra objetivos tanto marítimos como terrestres y tiene un alcance de más de 2.500 kilómetros. El sistema puede colocarse en las embarcaciones de diferentes especies, sean submarinos o barcos lanzacohetes.
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Cabe destacar que el sistema de objetivos permite lanzar proyectiles por una trayectoria complicada, así que el enemigo no los pueda registrar. Además, durante una gran parte de su vuelo el misil permanece 'invisible' para los sistemas de defensa antiaérea.
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Este sistema inicialmente se elaboró para los submarinos del proyecto Yasen, pero son también compatibles con los barcos de menor tamaño.
"La adaptación de los submarinos atómicos del proyecto 949A para los misiles Kalibr es una decisión totalmente correcta (…) Esto corresponde con las exigencias del momento, de planificación anticipada y del posible uso de la fuerza militar en el futuro", explicó a Sputnik el almirante Viacheslav Popov, excomandante de la Flota del Norte.
Los Antéi son navíos de doble casco, y por lo tanto son extremadamente resistentes, pero más pesados que sus análogos occidentales de casco único. Los submarinos miden 154 metros de eslora, pueden navegar bajo el agua a una velocidad de hasta 32 nudos (unos 60 km/h) y descender a 600 metros de profundidad.
El proceso de modernización implica el reemplazo de casi todo el equipamiento interno, es decir, el casco es la única parte que no sufrirá cambios. De este modo, el coste de esta renovación podría equipararse con el precio de un submarino nuevo.
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Sin embargo, los analistas militares coinciden en que 'darle una segunda vida' a los Antéi es la opción correcta.