El Brexit obligaba a España a actuar con contundencia y finura a la vez en para defender una postura favorable con respecto a Gibraltar, la colonia británica que Londres mantiene en el sur de la península ibérica desde 1713. Pedro Sánchez asegura que ha llegado a un acuerdo con Londres favorable a los intereses españoles. Desde la oposición, y apoyados en informes de diplomáticos que ocultan su nombre, se dice todo lo contrario.
Para el Gobierno socialista de Sánchez, las elecciones andaluzas son una primera prueba en las urnas después de su llegada al poder gracias a una moción de censura al ejecutivo de Mariano Rajoy, en junio pasado. Pero Andalucía no es un reflejo de España y si los socialistas andaluces tienen todas las posibilidades de obtener un nuevo triunfo, su posible éxito —aunque será evidentemente utilizado por Pedro Sánchez— no presupone una garantía de repetición a nivel nacional.
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Si la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, prefirió adelantar los comicios en su región fue precisamente para alejarse de las dificultades que el PSOE encuentra en el resto del Estado. Díaz ha estado gobernando los últimos años en coalición con los centristas de Ciudadanos, mientras Sánchez pervive gracias a su acuerdo parlamentario con Podemos y nacionalistas. La presidenta andaluza no oculta sus diferencias con Sánchez en la política de acercamiento a los independentistas y a sus acuerdos con Podemos, y ha preferido desligarse de la campaña electoral para las elecciones generales que su jefe de partido deberá convocar tarde o, previsiblemente, temprano.
Andalucía, como test
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Si se diera la sorpresa y Ciudadanos encabezara los resultados, será también interesante comprobar si estos optan por gobernar con el Partido Popular en una coalición de centroderecha, que según los sondeos sería la favorita para los andaluces, o si repiten con los socialistas. Como nuevo elemento, Andalucía será también el primer test del partido a la derecha del PP, Vox, tras su "renacimiento". En cualquier caso, el resultado electoral andaluz marcará, al menos, la estrategia de los partidos que concurran a las urnas a nivel estatal.
Los planes económicos de Sánchez y su aliado Pablo Iglesias han recibido, por otra parte, las críticas de la Unión Europea, el FMI y la OCDE, y Pedro Sánchez no está por la labor de desafiar a sus socios de la UE, como el Gobierno italiano está haciendo con sus planes económicos.
Seguir gobernando con los presupuestos de Mariano Rajoy —que, por cierto, los socialistas aprobaron en la oposición— parece imposible en el nuevo escenario político. Pablo Iglesias así lo ha manifestado también y prepara ya a su organización para una campaña electoral anticipada.
Rehenes del independentismo catalán
Pedro Sánchez ha sido acusado de hacer concesiones de todo tipo a los partidos independentistas catalanes para obtener su apoyo a los presupuestos. En especial, se le achacan medidas en el apartado de la Justicia, tratando de allanar el camino para obtener una sentencia benigna a los políticos presos catalanes, apartando a magistrados y fiscales y haciendo presión con declaraciones favorables incluso a indultar a los inculpados.
Solo la debilidad del Partido Popular es una buena noticia para los socialistas. El PP, que estrenará líder, Pablo Casado, en los próximos comicios, se recupera apenas de golpe recibido en las Cortes tras la moción de censura a Rajoy. Los sondeos le sitúan por debajo de Ciudadanos, que no podrían intentar un gobierno de centroderecha precisamente por la debilidad del PP.
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Portavoces del PSOE lanzaron el globo sonda de un posible "superdomingo" electoral en mayo que englobara elecciones nacionales, europeas y autonómicas. Los barones regionales del partido empezaron a temblar. Muchos de los responsables socialistas en diferentes comunidades autonómicas preferirían —como ha hecho Susana Díaz— desligar su suerte a la de su jefe Pedro Sánchez, temerosos de que la política nacional de su partido les reste posibilidades a nivel regional.
La irrupción de Vox
Pero en ese juego con la historia quien puede salir más beneficiado es el partido Vox, que podría hacer su entrada en el parlamento andaluz por primera vez, en un aperitivo de lo que sueña para el parlamento estatal. El PP teme que Vox le robe votos a su derecha. Y no se equivoca.
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La izquierda está respondiendo a Vox con desprecio y con calificativos de "extrema derecha". Como si el vocabulario fuera un freno para los electores que se están refugiando en ese partido. Salvando las distancias, más les convendría estudiar el caso francés con el antiguo Frente Nacional. La izquierda francesa dejó asuntos como la delincuencia, la inmigración —antes—; la política social y la identidad —hoy— en manos de la "extrema derecha". Años más tarde, el nacionalpopulismo defendido por Marine Le Pen es hoy la primera opción electoral de los franceses.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK