Pero ¿a qué se debe este fenómeno social? El hecho es que los pacientes son incapaces de renunciar al consumo de estos fuertes analgésicos, muy fáciles de obtener.
Sin embargo, cuando el médico se negó a incrementar la dosis, el joven se vio obligado a recurrir a los traficantes de drogas locales.
"Me llevó 3 años de rehabilitación para escapar este infierno y combatir la adicción", afirmó Kevin.
Por su parte, Kelly, una residente de Minnesota, reconoció que, pese a que solo necesitaba tomar analgésicos el día de la cirugía, el doctor le recetó un curso de una semana, "para que no tuviera que acudir al médico una segunda vez". Ahora la mujer tiene que pasar por un tratamiento a largo plazo.
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Todo comenzó en la década de los 90, cuando las empresas farmacéuticas empezaron a promover en el mercado analgésicos opioides fuertes y, al mismo tiempo, baratos. Como resultado, los médicos empezaron a recetar estos medicamentos altamente adictivos a cada vez más personas para "facilitarle la vida a los pacientes".
"Muchos de ellos no pueden valorar el nivel de su dolor en una escala del 1 al 10. Algunos afirman tener un dolor de nivel 15 de los 10. En estos momentos, es imposible no recetarlo", explicó a Sputnik un médico estadounidense, que prefirió mantenerse en el anonimato.
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Sin embargo, cuando los médicos se niegan a recetar más medicamentos de este tipo, los pacientes intentan obtener sustancias más fuertes, como heroína o fentanilo —una droga sintética más peligrosa que la morfina—.
Pese a la política antidrogas del presidente Donald Trump, las autoridades estadounidenses reconocen que necesitarán mucho tiempo para combatir esta 'epidemia'. Por ejemplo, para el momento, solo diez estados del país norteamericano impusieron limitaciones para la duración de los tratamientos.
Según los expertos, el Gobierno tiene que pagar por el tratamiento de los drogadictos, algo que contribuirá a la unificación de estándares de prestación de ayuda por todo el país. Asimismo, es necesario establecer la venta de antídotos contra las sobredosis de opioides, así como abastecer con estas sustancias a todos los agentes de policía.
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Sin embargo, la guerra contra los opioides amenaza a las personas que sufren los dolores más fuertes —en particular, los diagnosticados con cáncer—, ya que, en caso contrario, se verán obligados a dirigirse a los narcotraficantes.