Ciencia

Nueva carrera espacial: cómo buscan las potencias mundiales apoderarse de la Luna

El creciente interés de distintos Estados en el satélite terrestre ha dado un nuevo empujón a la carrera espacial. Los países avanzados y aquellos más noveles en la exploración del cosmos desarrollan sus propios programas lunares por una serie de razones importantes, considera Alia Prokófieva, presidenta del grupo espacial ruso Galaktica.
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Prokófieva nombró en un artículo para el portal High Tech cuatro razones por las que los Estados más potentes del mundo quieren ser los primeros en construir fábricas y enviar misiones al satélite terrestre. Lo hacen para obtener sus recursos naturales, producir energía y para lanzar desde la Luna proyectos relacionados con la futura exploración del cosmos.

Paraíso energético

La Luna es una fuente potencial de minerales raros que prácticamente no pueden encontrarse en la Tierra. La superficie lunar está cubierta de regolito, que son restos de materiales poco compactos formados de fragmentos de roca y suelo, compuesto mayormente por oxígeno y silicio, además de aluminio, hierro, magnesio, calcio y en pequeñas cantidades titanio, volframio, molibdeno, oro y platino.

"Claro está que no será rentable transportar las riquezas lunares a la Tierra. Sin embargo, en el futuro será posible procesarlos en el lugar", escribe la autora del artículo. 

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Según Prokófieva, para eso será necesario crear las bases lunares y construir las naves espaciales aptas para las misiones duraderas.

Otra virtud de la Luna es la existencia de reservas de hielo acuático que fueron encontradas cerca de los polos. Este hallazgo será útil para la futura colonización de la Luna. Aparte de eso, esta sustancia puede ser una buena fuente de hidrógeno, que es uno de los principales componentes del combustible para los propulsores de los cohetes.

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Además, la Luna alberga reservas del helio 3, isótopo que también forma parte de regolito lunar y está considerado el combustible termonuclear de más futuro en el momento actual.

"Las reservas de helio 3 en la Luna pueden variar entre los 100.000 y los 2,5 millones de toneladas en función de los métodos de evaluación", escribe la autora.

Simultáneamente, la Luna es el objeto y la plataforma de una serie de investigaciones dirigidas a crear nuevos materiales, tecnologías y modelos productivos.

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El objetivo final es crear estaciones autosuficientes y habitables y apostar por objetos industriales en la Luna. Primeramente, los expertos apuestan por las industrias que necesitan el vacío. Se trata de la cultivación de cristales, la producción de aleaciones superlimpias, la microelectrónica y la nanoelectrónica.

"Mientras que en la Tierra el vacío para estos procesos se crea a mano, el extremo enrarecimiento de la atmósfera en la Luna lo ofrece casi en bandeja", recalca Prokófieva.

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Libertad óptica

Larefracción y la extinción, entre otras características físicas de la atmosfera terrestre, impiden a los telescopios obtener imágenes de alta resolución.

La Luna está exenta de estas peculiaridades. El despliegue de un telescopio en la superficie lunar permitirá a los astrónomos no solo obtener imágenes de alta resolución, sino conducir observaciones en gama infrarroja y ultravioleta.

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Prokófieva opina que, desde el punto de vista de la cosmonáutica, la ausencia de la atmósfera y la baja gravitación hacen que la Luna sea la plataforma perfecta para lanzar misiones de largo alcance.

"La velocidad orbital, necesaria para poner un objeto en la órbita baja constituye 7,9 km/s para la Tierra y es de 1,7 km/s para la Luna. La velocidad de escape necesaria para abandonar la órbita y superar la atracción gravitacional llega a 11,2 km/s para la Tierra y 2,4 km/s para la Luna", apunta la presidenta del grupo espacial ruso Galaktica.

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Es decir, para realizar las respectivas maniobras, un aparato lanzado desde la Luna necesitará seis veces menos combustible que uno que parte desde la Tierra.

Carrera espacial

Prokófieva también citó en su artículo todos los intentos que emprenden los distintos países para explorar la Luna de una manera lo más rápida posible.

En los próximos años, Rusia planea lanzar paulatinamente tres aparatos de investigación.

  • Luna 25. Su lugar de aterrizaje se situará en el polo sur de la Luna. Su plazo de exploración será de un año. El objetivo de su misión es estudiar la superficie lunar y elaborar las soluciones tecnológicas para la misión Luna 27 y las demás.
  • Luna 26. El objetivo de esta misión es explorar de manera remota los recursos lunares y mapear su superficie. Durante un año este aparato se encontrará en la órbita a una altitud de 200 kilómetros. Durante este plazo, la nave bajará dos veces a una altitud de 50 kilómetros para llevar a cabo investigaciones más pormenorizadas.
  • Luna 27. El lugar de aterrizaje de este aparato —que verá la luz en 2021- se ubicará en el Polo Sur. Sus objetivos serán estudiar el regolito lunar, perforar la superficie del satélite a una profundidad de dos metros y analizar la materia obtenida tras esta perforación.

A su vez, EEUU desarrolla el Sistema de lanzamiento espacial que, en combinación con la nave Orión, llevaría a los astronautas de la NASA más lejos en el espacio que nunca antes.

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Debido a una serie de fallos técnicos, este lanzamiento, programado para 2018, fue aplazado hasta 2019. Los especialistas estadounidenses esperan que en el trascurso de tres semanas este aparato sobrevuele la Luna y regrese a la Tierra. Si esta misión acaba con éxito, EEUU lanzará una nave pilotada.

Los astrónomos estadounidenses promueven activamente el proyecto de la estación lunar llamado Portal de Espacio Profundo, que también será administrado por la NASA. Se espera que esta sea una base intermedia para una futura expedición a Marte.

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El primer módulo de esta estación se colocará en la órbita de la Luna en 2022. En 2023, los módulos de combustible y uno logístico se reúnen con ello. Los módulos habitables serán integrados en esta estación en 2024.

Rusia y EEUU no son las únicas potencias que participan en la carrera espacial. China, la India y Japón también están involucrados en ella.

En la segunda mitad del 2018, China planea lanzar la estación automática Chang'e 4, que realizará el primer aterrizaje suave en la historia en la cara oculta de la Luna e investigará sus territorios. El gigante asiático ya envió al espacio un satélite para mantener la comunicación de esta estación con la Tierra.

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En paralelo, China trabaja activamente para crear el cohete superpesado Changzheng-9 o Larga Marcha 9. Si todo sale como debe, este transportará a los astronautas chinos a la propia Luna.

A su vez, la India está desarrollando la estación Chandrayaan-2, que será transportada a la Luna por el cohete portador GSLV Mk II en 2019. Durante un año, esta estación estudiará la superficie lunar.

El lanzamiento de la misión japonesa Smart Lander for Investigating Moon (SLIM) está programado para 2021. Los científicos nipones eligieron el mar lunar Mare Nectaris como lugar de aterrizaje. El principal objetivo de su misión será entender cuán verosímil es la teoría que explica la aparición de la Luna a través de la colisión de un gran objeto celeste con la Tierra.

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¿A quién pertenece la Luna?

El gran número y la calidad de proyectos lunares plantean ante sus autores un difícil dilema: necesitan ponerse de acuerdo sobre la división de la superficie lunar entre sí.

Actualmente, según el artículo 2 del Tratado sobre el espacio exterior datado en 1967, el espacio ultraterrestre, incluida la Luna y otros cuerpos celestes, no podrá ser objeto de apropiación nacional por reivindicación de soberanía, uso u ocupación, ni de ninguna otra manera.

En marzo de 2018, la Casa Blanca publicó el documento llamado Protección y Preservación de Lugares de Aterrizaje y de Artefactos del Programa Lunar Apolo.

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En su texto, las autoridades estadounidenses mencionaron que los objetos y los equipos del programa Apolo que se encuentran en la superficie lunar son propiedad de EEUU. Además, exigieron que otros Estados acordaran con Washington la implementación de sus misiones lunares. Según el país norteamericano, este paso es necesario para conservar sus objetos y equipos en la Luna y evitar posibles daños.

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Prokófieva supone que las primeras estaciones lunares se crearán en concordancia con el principio de pertenencia estatal. De hecho, serán enclaves de metrópolis terrestres, si bien la superficie lunar bajo sus pies no pertenecerá 'de iure' a nadie.

"Las disputas y conflictos surgirán inevitablemente a medida que se desarrolle la infraestructura. Más tarde o temprano todos los que quieren hacerse con un trozo de la tarta lunar tendrán que ponerse a negociar acerca de la división de su superficie entre sí", concluyó.

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