La ejecución tuvo lugar un par de semanas después de que el mismo grupo matara al menos a 11 civiles tras un enfrentamiento con una milicia rival.
También hay evidencias de que grupos Anti-Balaka (milicias cristianas) mataron al menos a ocho civiles en el área desde junio.
Las tensiones entre los dos grupos han ido en aumento desde 2017 y ambos cometen matanzas, aunque niegan atacar a los civiles, seún HRW.
"Estas ejecuciones y asesinatos son crímenes de guerra descarados por parte de combatientes que se sienten libres de matar a su antojo, a pesar de la presencia de las fuerzas de paz de las Naciones Unidas", cita la nota a Lewis Mudge, investigador sénior de HRW para África.
El representante de la ONG subrayó que "el personal de la misión de mantenimiento de la paz (Minusca) tiene permitido usar la fuerza para proteger a los civiles, y debe intentar anticiparse a estos ataques e intervenir antes".
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